Intriga con tintes macabros en el Londres victoriano.
Bebe de ambientes y crímenes sórdidos como en "Jack, el destripador", "From hell", "Sweeney Todd"... la historia se adereza con presuntos tintes sociales y una historia de (des)amor que se va deshilvanando durante la película. Es una película que gana, cuanto más avanza. El asesino no está claro hasta el final y, afortunadamente, no hay ninguna pista que te haga pensar con claridad que es uno con más probabilidad que los demás. La escena final me parece buena e inesperada.

El arranque es interesante y toda la narración es un flashback en la que no acabas de ubicar la escena inicial hasta, precisamente, el final. La primera media hora es bastante liosa y no me extrañaría que alguno hubiera dejado la película en esos minutos. Sin embargo, al continuar, la información llega más ordenada y ya va ganando sentido la intriga.

La ambientación es fabulosa: las calles, edificios, interiores, barrios bajos, vestuario...todo muy cuidado. Un gran trabajo.

La fotografía también es bastante buena. Juega con las luces y, sobre todo, con los colores. El verde glauco se compone a menudo con el rojo sangre dando escenas muy plásticas.

Interpretación. Nighy cumple y convence sin necesidad de esforzarse mucho y Cooke está muy convincente con esa mirada entre inocente y desesperada. El resto trabajan bien, pero con discreción.

Una buena película victoriana que, aunque no enamora, sí que entretiene con un nivel ligeramente por encima de la media.