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Voto de Travisloock:
8
7.3
29,355
Drama. Aventuras. Bélico
Cuando, en diciembre de 1941, el ejército japonés ocupa Shanghai, la privilegiada vida de James Graham, un niño inglés de clase alta, toca a su fin. Es separado de sus padres y confinado en un campo de concentración próximo a un aeropuerto militar chino. En un ambiente dominado por la tristeza y la miseria se verá obligado a madurar prematuramente, y eso condicionará su visión del mundo. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2009
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un aspecto técnico francamente deslumbrante, una magnífica colaboración, otra vez, con John Williams, los aciertos de la historia y la extraña confluencia de la historia autobiográfica , escrita por Ballard, y la imaginería y sello característico de Spielberg, siempre nos quedará la constatación de que este film, aunque injustamente olvidado, no llega a las alturas de películas inolvidables como por ejemplo “Lawrence de Arabia”.
Spielberg, que conoce los engranajes del lenguaje cinematográfico- la utilización de la maleta de Jim con sus juguetes y su fuerte simbolismo debidamente remarcado-, trastabilla en la continuidad y sobre todo el tempo de narración; algunas voces achacan los males del cine americano actual a Spielberg, no sin razón: esto sería la siembra donde directores como Michael Bay y compañía serían los frutos de lógica resultante. La pausa, el arte del montaje, el tempo, adolece en esta primera parte de la carrera cinematográfica de Spielberg de temple y atención, y esto va en detrimento de precisamente aquello que la historia, el film, la propuesta no tanto de Ballard pero sí del cineasta, anda buscando a toda costa: la emoción. El abuso de primeros planos, la composición de imagen, siempre, siempre en estas primeras películas de Spielberg, en confrontación directa con la estructura de cada escena en el tiempo, provocando un estorbo entre “mirada de autor” y devenir de la narración donde las dos partes se ven perjudicadas- nadie duda de la calidad, desde siempre del director americano, ya digo que hay mucho talento en la mirada del cineasta-; siendo infructuoso, desaprovechado, teniendo que acogednos a los designios de la dictadura del autor y asistiendo al ahogamiento del film por asfixia.
Continuamos en el Spoiler sin contar nada relevante de la trama.
Spielberg, que conoce los engranajes del lenguaje cinematográfico- la utilización de la maleta de Jim con sus juguetes y su fuerte simbolismo debidamente remarcado-, trastabilla en la continuidad y sobre todo el tempo de narración; algunas voces achacan los males del cine americano actual a Spielberg, no sin razón: esto sería la siembra donde directores como Michael Bay y compañía serían los frutos de lógica resultante. La pausa, el arte del montaje, el tempo, adolece en esta primera parte de la carrera cinematográfica de Spielberg de temple y atención, y esto va en detrimento de precisamente aquello que la historia, el film, la propuesta no tanto de Ballard pero sí del cineasta, anda buscando a toda costa: la emoción. El abuso de primeros planos, la composición de imagen, siempre, siempre en estas primeras películas de Spielberg, en confrontación directa con la estructura de cada escena en el tiempo, provocando un estorbo entre “mirada de autor” y devenir de la narración donde las dos partes se ven perjudicadas- nadie duda de la calidad, desde siempre del director americano, ya digo que hay mucho talento en la mirada del cineasta-; siendo infructuoso, desaprovechado, teniendo que acogednos a los designios de la dictadura del autor y asistiendo al ahogamiento del film por asfixia.
Continuamos en el Spoiler sin contar nada relevante de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por otra parte el film en sí, de manera somera, navega entre Ballard (autor del relato autobiográfico) y Spielberg, deslizándose, encontrando su propio naturaleza en terreno de nadie. El mundo de Ballard, al que Spielberg se mantiene fiel, nos relata personajes como Basie- magnífico John Malkovich- que poco tiene que ver con el tono de Spielberg que éste quiere imponer; se produce una dicotomía entre el personaje mezquino y buscavidas dickensiano, que desentona en un film comercial de tintes épicos, donde se le espera catarsis, redención o al menos un posicionamiento claro de su moral. Son discordancias en el film como éstas, curiosamente aciertos accidentales por parte de Spielberg al no darse cuenta de que esta historia no era para él, donde la inocencia del personaje de Jim- el niño protagonista-, adquiere una naturalidad de rareza, o mejor de rara naturalidad nunca antes vista en el cine, tan tan creible, sin posicionarse el resultado final del film como propuesta claramente comercial (La vida es bella), o claramente de cine protesta o antibélico (“la infancia de Iván”, la más reciente “Masacre”): puede que Spielberg no sepa meter el dedo en la llaga, pero se desenvuelve como nadie en el universo infantil de Jim que es desde donde vemos la guerra. Un ejemplo: la admiración del personaje de Jim por la estética, el honor y los valores japoneses, su aplicación a la educación británica y su curiosidad ante el desenvuelvo americano, captan la limpieza de la mirada infantil, del vaso vacío, del niño solo en mundo- en el libro autobiográfico de Ballard, afirma que tenía la certeza de que él, pasara lo que pasara, ganara quien ganara, sobreviviría-.
Como comento era una historia demasiado grande para Spielberg; a pesar de ese maravilloso acierto accidental, le faltaba la maduración y la fijeza de la mirada, la utilización del ritmo como elemento esencial de la emoción cinematográfica. Si hubiera sido así, si Spielberg hubiera dejado macerando esta historia al igual que hizo Ballard- la escribió 40 años después, en 1984-, los excelentes efectos técnicos, la magnífica banda sonora de Williams y la portentosa, quizás la mejor interpretación juvenil de la historia del cine de Christian Bale, hubieran aunado méritos con el Spielberg de Munich, “La lista de Schindler” o “Salvar…”, convirtiéndose así, en la obra maestra que pudo llegar a ser…que se merecía ser.
Como comento era una historia demasiado grande para Spielberg; a pesar de ese maravilloso acierto accidental, le faltaba la maduración y la fijeza de la mirada, la utilización del ritmo como elemento esencial de la emoción cinematográfica. Si hubiera sido así, si Spielberg hubiera dejado macerando esta historia al igual que hizo Ballard- la escribió 40 años después, en 1984-, los excelentes efectos técnicos, la magnífica banda sonora de Williams y la portentosa, quizás la mejor interpretación juvenil de la historia del cine de Christian Bale, hubieran aunado méritos con el Spielberg de Munich, “La lista de Schindler” o “Salvar…”, convirtiéndose así, en la obra maestra que pudo llegar a ser…que se merecía ser.