A ver, con los dedos de las manos o de los pies, contemos: ¿Cuántos héroes del cómic se sostienen desde sus profundas sensaciones, sus angustias metafísicas? Es cierto que suelen, los héroes mejor realizados, abarcar estos terrenos delicados, pero nunca se parte desde allí para hacerlos vivir, sino desde sus poderes y su lugar en el medio que les tocó habitar.
El protegido es una propuesta jugadísima.

Narración lenta, suspendida en planos hipnóticos: ya el montaje nos avisa que ésto será algo "distinto". Luego la presentación de un hombre que, al haberse salvado el sólo y sin un rasguño de un accidente de tren, ve tambalearse sus más profundas convicciones ante el hecho: ¿quién soy? Se pregunta.

El dilema de la identidad ya aparece varias veces en distintas historietas, pero ninguna de ellas toma, como esta peli, dicho conflicto desde una visión tan apesadumbrada e intimista. La condición del prota trasciende sus rutinas, sus costumbres. Todo se le vuelve patas arriba: los héroes dan cuenta de sus poderes y rápidamente pasan a la acción, es decir, se saben con más recursos que otros mortales. Pero este sujeto lo vive como una restricción de sus modos de vida, su comodidad desaparecida. Sus poderes no son un don...son el elemento catártico que lo desfaza de todo aquello que antes veía tan complacido.
El tan famoso Protegido es, en realidad, un hombre que de pronto se vuelve todavía más limitado que antes.

Luego todo se decanta por los terrenos ya conocidos: si leíste y comprendiste una historieta, comprendiste la esencia del 90% de las mismas. Entonces la magia se pierde un poco; perdura la consistencia pero disminuye el factor "inspiración".
Si bien que nada derrumba a este Protegido.