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España España · barcelona
Voto de avanti:
8
Drama. Western Tras pasar diez años encerrado por un crimen que no cometió, Juan queda en libertad. Está decidido a matar a Luis "el Torcido", al que cree culpable de su desgracia, pero como necesita dinero, no tendrá más remedio que unirse a una cuadrilla de segadores que dirige su enemigo y que busca trabajo por los campos de Castilla. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La venganza (1958) de Juan Antonio Bardem (1922-2002), comienza con un gran plano general paralelo al horizonte en un barrido hacia la derecha cerrándose progresivamente, y finalizando en el escenario donde se produjeron los hechos que Bardem nos cuenta en este impactante film, una película rigurosa en imágenes, sin concesiones estéticas gratuitas, gran carga de realismo y sobriedad rural, acompañado por la voz en off del Narrador (Francisco Rabal). Nuestro protagonista Juan Díaz (Jorge Mistral), regresa al pueblo, cruzándose por el camino con la autoridad, lugareños, mujeres de negro riguroso, y finalmente, al llegar a casa (de la que se le llevaron preso diez años atrás), con su hermana Andrea (Carmen Sevilla). Es tanto el rencor que soporta el aire reflejado en sus rostros, que difícilmente pueden respirar nuestros protagonistas llevados por el incontenible deseo de profunda venganza reflejado en el rostro de Andrea, por un delito del que Juan fue inculpado injustamente.

Después de algunos planos y contraplanos cargados de ira y de venganza contenida en los rostros de los hermanos Díaz, Bardem nos situa en la casa del contrario, Luis 'El Torcido' con la poderosa presencia matriarcal de la Madre (Maria Zanoli) con al parecer alguna cuenta pendiente que saldar y algún silencio obligado que guardar. El interior austero de la casa, de pedregoso suelo, clama al secretismo interesado con actitud impositiva y odiosamente vengativa que durante tanto tiempo mantiene la Madre de Luis. La descriptiva utilización de diversos planos nos muestra una familia dividida ante los hechos que se avecinan, conjurados por imposición y de inquina entre las dos familias.

Convenido un pacto de contención sin perdón, entre Juan y Luis para formar la cuadrilla que como cada año, y desde tantos lejanos orígenes, numerosos grupos de segadores las conforman bajo el impositivo y asfixiante sol castellano, se irán sucediendo las escenas cargadas de problemáticas tensiones y desigualdades enfrentadas. La calma contenida de quien espera venganza se enturbia, el jornal escaseando, el agobiante calor calentando, las hoces cortando y las tensiones entre capataces y obreros impidiendo el trabajo buscando trato y jornal justo, se sucede con alguna escasa diversión de chanzas entre Pablo 'El Tinorio' (Manuel Alexandre) y el Segador gallego(Tomás Ares 'Xan das Bolas'), representado todo en un grandioso conjunto en mitad de la árida era, con rasgados y estirados rostros en la inmensidad de los campos de labranza acompañado por grandes planos generales.

El progreso de la narración coloca a nuestros protagonistas en cruce de caminos, cansados, desorientados, con poco o escaso recurso y con deseos de acabar las andanzas entre reivindicativos lugareños por los abundantes campos trigueros de Castilla. Como contraste con los resabiados jornaleros, Bardem nos muestra la otra cara, la de la cultura, la de escribir en la del Escritor (Fernando Rey), un tramontano que escribe sobre lo que ve, y, la de la farándula ambulante guiada por Merlín 'El Titiritero' (Louis Seigner) y la enamoradiza Cantante (Conchita Bautista) ofreciendo su arte en algún pueblo en mitad de la era, de lo que malviven, cosa extraña para algunos de los incautos segadores que solo entienden el tajo de la siega como único medio de subsistencia entre capataces de distinta condición (José Marco Davo y Ángel Álvarez).

Una inesperada y dantesca devastación con la cosecha en peligro, nos ofrecen desgarradores primerísimos planos de lugareños, segadores y titiriteros luchando por salvar pertenencias, por conservar lo trabajado, por solucionar lo irremediable entre horrorizadas expresiones de forzada inacción, desazón, desolación y desesperanza en sus marcados rostros ante la impotencia de todo un pueblo. Con las primeras luces del amanecer los titiriteros siguen su camino, los segadores el suyo y el destino preparando lo inevitable, el enfrentamiento entre dos familias, entre dos visiones, entre dos odios, entre dos sinrazones. Como si del 'Duelo a garrotazos' de Goya se tratase, Juan y Luis quedan para enfrentarse en mitad del secano campo. La intervención de la oportuna razón personificada en Santiago 'El Viejo' (José Prada), encontrará la solución a la tragedia que se vislumbra. Gran película de Bardem clamando a la reconciliación del eterno dual.
avanti
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