El amor por la literatura o por la poesía, no debe ser una carta blanca para el moñerismo y el tufillo cañí que a veces desprenden éste tipo de productos pseudo contra culturales.

"El club de los poetas muertos" es una película entretenida y sincera, pero a la vez demasiado naive y autoindulgente en su mensaje, sobre todo si tomas a Robin Williams como el vehículo instigador contracultural: fue siempre un pésimo actor que no pasaba de la mueca risueña. Y parece que si no te gusta éste actor, es que eres mala persona o eres un desalmado. Pero es que esa es la verdad: todos los papeles que hizo en vida eran siempre iguales: una suerte mal entendida de Candilejas, pero claro: él no era Chaplin.

Y me duele decir esto, porque me encanta la literatura y la poesía. Pero un buen poema es como un buen polvo: no lo vas cacareando por ahí. Los mejores polvos son innombrables, porque al igual que los negativos de las fotos, si los aireas mucho, (James Dean dixit) se desvanecen con el verbo.

Es una buena película, (no es para menos estando Peter Weir detrás de las cámaras) pero está muy lejos de obras similares, pero mucho más realistas, como "Diario de un Rebelde" o los poemas en las trincheras de Flandes de John McCrae que captó a la perfección "La Chaqueta Metálica".