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Burkina Faso Burkina Faso · Lolailo
Voto de Buscapé:
5
Ciencia ficción. Thriller. Terror Tras años de experimentación, el brillante y arrogante científico Sebastian Caine (Kevin Bacon) ha descubierto la fórmula para hacer invisible la materia. Obsesionado con su proyecto, obliga a sus colaboradores a que lo utilicen como cobaya humana. La prueba constituye un éxito, pero el proceso resulta irreversible. Condenado a una vida sin cuerpo, Caine empieza a mostrar una conducta muy extraña. (FILMAFFINITY)
25 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Giges fue un pastor tracio que, tras una tormenta, halló en el fondo de un abismo un anillo mágico que le daba la capacidad de invisibilidad. Henchido de poder e impunidad, sedujo, primero y confabuló después, con la reina tracia la caída de su propio cónyuge y rey para ponerse a sí mismo en el trono.

Paul Verhoeven, y no el villano interpretado por Kevin Bacon, es el verdadero Giges que sucumbió a su propia codicia: ascendió al olimpo de los grandes con Robocop, se consagró con Instinto Básico y, al igual que Teseo, fue lanzado a los infiernos del ostracismo por subproductos como Showgirls, Starship Troopers o su último hálito blockbusteriano: El hombre hueco a.k.a El Hombre sin Sombra.

"Hollow Man" es una reinterpretación tanto del mito del Anillo de Giges como de la propia obra homónima de H. G. Wells.

Sin embargo, el otrora Rey Midas de Hollywood deviene en una suerte de director de segunda, poniendo el piloto automático y arrojando toda su suerte a un plantel de actores, solventes, pero de segunda y a un guion atroz que impide a un sobrio Kavin Bacon, desarrollar en todo su esplendor, todo lo que ha sabido hacer a lo largo y ancho de su carrera: hacer de magnífico hijo de puta.

Si se ha leído o visto "El Hombre sin sombra" de H.G. Wells, se sabrá que tanto película como novela eran un ejercicio formidable de terror psicológico absoluto: el lector sentía siempre el acecho de la omnisciente presencia del científico mutado en villano perverso. La capacidad de sugestión, suspense y terror que en aquella obra se desarrollaba quirúrgicamente, se ve lastrada por una realización burda, un plantel de actores mediocres y un cúmulo de escenas a cada cual más previsible e insípida.

Cierto es que la cinta goza de momentos donde la labor y profesionalidad del holandés siguen ahí, impolutas, (sobre todo en su último tercio final) pero una realización un tanto anodina, casi coral, (la forzada y tórrida relación de Elisabeth Shue y Josh Brolin) y sobre todo arrítmica y alargada innecesariamente, hacen que la película llegue a un punto muerto que impide a la narrativa avanzar pues el director no sabe si vendernos una forzada relación entre los protagonistas antagónicos Shue-Brolin frente a su némesis, aquejado de un descomunal ataque de cuernos.

Con todo, la cinta fue un éxito porque dio al público una buena ración de mala leche, (violaciones, muertes truculentas y un ambiguo y ambivalente Kavin Bacon que en su tramo final lleva un poco más allá un pobre guion y personaje totalmente desdibujado, al servicio del arquetipo y la fanfarria y no al del maquiavelismo más perverso)

El resto de la empresa reúne los suficientes méritos para hundirse en lo más profundo del olvidadero por una falta de profundización en el suspense y el factor predictibilidad lo que unido a su descarnado pestazo a blockbuster de manual, nos hacen hablar de una cinta cualquiera perpetrada por un director que se haya aun más desquiciado que el propio villano, pues ya no sabe hacia donde orientar su carrera, y es que el tumultuoso ostión de Showgirls fue “el turning point” del que jamás se volvería a recuperar un director consagrado en su Europa natal pero usado, deglutido y excretado en la ansiada América que pretendía parodiar con subproductos tan burdos como el que aquí nos ocupa.

Perfectamente olvidable.
Buscapé
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