La carrera cinematográfica de Jennifer López no es que sea precisamente una recopilación de grandes obras del séptimo arte. Es más, si revisamos su filmografía apenas encontramos tres o cuatro películas en las que se ha dejado ver que realmente merezcan la pena rescatar del olvido por un motivo u otro. Así que de su reaparición como actriz y cabeza de cartel de una producción, por si fuera poco en una comedia romántica, no cabía esperar nada del otro mundo como. Y así es.

Y es que 'El Plan B' se presenta como una comedia romántica, algo que viniendo del Hollywood más clásico significa, literalmente, capar y anular cualquier posibilidad de un relato para que de paso el factor sorpresa se vea reducido a su mínima expresión. Baste un simple vistazo a su tráiler, uno de tantos que parecen confundirse con los resúmenes dominicales de fútbol, para evidenciar lo limitado de una propuesta que no ofrece más que una sucesión de escenas a cada nuevo paso más insulsas, anodinas y aburridas, y cuyo único fundamento es satisfacer las expectativas menos exigentes y conformistas de los adictos al romanticismo de pandereta o los fanáticos de la (en tiempos) estrella latina.

Tan acostumbrados como estamos a ver continuamente cine norteamericano uno no deja de preguntarse hasta qué punto éste representa fielmente el universo autóctono de sus conciudadanos. En las comedias románticas, principalmente, esto se traslada a la duda sobre si los norteamericanos son, en realidad, tan histéricos ante según qué situaciones. Y como cada cual puede buscar el ejemplo que le plazca no pienso rebuscar en el ya olvidado metraje de este 'Plan B' para darle sentido a esta reflexión, una de las muchas que a uno se le vienen a la cabeza cuando presente en una proyección cinematográfica, y sin nada mejor que hacer, lo que hay en pantalla no se digna a suscitar un mínimo interés de cara a la audiencia.