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Voto de carlos bosch benitez:
2
Drama. Romance En 1981, el actor británico Peter Turner (Jamie Bell) recibe una llamada inesperada: su ex amante, la oscarizada actriz Gloria Grahame (Annette Bening), ha sufrido un colapso en un hotel de Lancaster. Como ella se niega a ser atendida por los médicos, a él no le queda más remedio que ir a buscarla para llevársela a su humilde casa familiar, en Liverpool. Allí, mientras cuida de ella, revivirá todo lo que les unió durante años, y también ... [+]
24 de mayo de 2018
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que realmente me llama la atención de esta película no es tanto lo mala que es, sino que a bastantes críticos profesionales les haya gustado, y mucho. Por supuesto, como se suele decir, a cada uno lo suyo. Por mi parte, por mucho que me esfuerzo no consigo recordar nada ni remotamente similar en cuanto a cursilería. Y conste que me suelen gustar las historias románticas. Pero entre "Los puentes de Madison", pongo por caso, y esta cosa, media un abismo. De Gloria Grahame solo conocía su nombre y los títulos de algunas de sus películas, así que ignoro por completo si la historia de amor desigual que se nos cuenta aquí es fidedigna o no. Ni tampoco me importaría lo más mínimo de estar bien contada, pero me resulta absolutamente increíble que alguien pueda sentirse, no ya conmovido, sino siquiera mínimamente implicado emocionalmente en esta historia, que es un puro empalago de principio a fin.
Lo único pasable en esta película es, por un lado la ambientación --el barrio de Liverpool donde transcurre parcialmente la acción no puede ser más deprimente-- y, por otro, la interpretación de Jamie Bell que, en un alarde de sobriedad interpretativa, consigue capear el temporal de forma relativamente airosa. A diferencia, todo hay que decirlo, de Annette Bening, que de tan fingida da auténtica grima.
Capítulo aparte merece el tema del doblaje al castellano, que parece estar en caída libre a juzgar por las últimas películas que he visto. Y, lo más lamentable, es que no hace tantos años éramos de los países que mejor doblaban. ¿Tan difícil es exigir una dicción un poco armónica, y que no parezca que los actores tienen una castaña en la boca? Da la impresión de que el "shesheo" de Rajoy se ha convertido en epidemia...
Por cierto, el empapelado de las paredes de las casas me ha hecho recordar la frase atribuida a Oscar Wilde en su lecho de muerte:
"¡O se va ese papel, o me voy yo!"
carlos bosch benitez
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