A Jodie Foster no le he seguido mucho la pista ni como actriz ni como directora desde los ya lejanos tiempos del "Silencio de los corderos" . Ahora bien, con esta película se ha lucido. Ya sé que muchos la encuentran entretenida y trepidante, y están en su derecho. Por mi parte, en ningún momento me pude creer nada de lo que veía. Entre otras cosas porque, además de un guión bastante absurdo y traído por los pelos, la interpretación deja mucho que desear. A pesar de su fama, ni George Clooney ni Julia Roberts me han parecido nunca grandes actores; siempre tengo la impresión de que sólo saben poner una cara. Pero el acabóse es el chico dinamitero, Jack O´Connell supongo, en una de las interpretaciones más histéricas y lamentables que recuerdo, poco más que un reguero de tacos y aspavientos. En su descargo sólo se me ocurre decir que el papel que le tocó en suerte debe ser poco menos que la pesadilla de un actor, incluso de uno bueno.
Capítulo aparte merece el mensaje subliminal de la película: la corrupción en la bolsa hay que achacarla a unas cuantas manzanas podridas y no al sistema en sí. En el fondo casi todos son buenos si se les da una oportunidad. Los tiburones y los buitres son la excepción y no la regla. Pues vale...