Cuando eres ambicioso y sabes a donde quieres llegar tienen la mitad del trabajo hecho, y eso sirve lo mismo para un jugador de casino que para un director de cine. Y es que “Los Pelayos” se aproxima a lo que pretende reflejar. El trabajo bien hecho quizás no te hará rico pero te reportará alegrías y “Los Pelayos” es una película decididamente alegre en cuanto deja el regusto de algo que nos ha gustado. Y eso sin ser una gran película y a pesar de que hay momentos que se acerca peligrosamente a la peor ficción televisiva hispana. Pero sigue funcionando razonablemente bien porque su director ha encontrado el equilibrio entre la narración y el espectáculo (dando preferencia al espectáculo). Es decir, equilibrio entre lo que se cuenta y como se cuenta. “Los Pelayos” podría haber sido un gran fresco sobre una época de nuestro país o una gran saga en plan “El Padrino” y a pesar de eso su director sabe que la solución, cuando no tienes el mejor presupuesto del mundo, es hacer un “Oceans Eleven” patrio y entretenido, cutre pero simpático. Engañar al espectador haciéndole creer que están contándole algo mucho mejor de lo que ve. Prestidigitadores fuera y dentro de la pantalla. Una película entretenida, con ritmo, magníficamente interpretada, un guión inteligente en cuanto huye de darnos lecciones o plantearnos dilemas y que va a por la acción, y una dirección correctísima. Una película simpática, agradable de ver, sin demasiadas complicaciones, muy bien interpretada y sobre todo muy fresca. Recomendable.