1863, en medio del contexto de la Guerra de Secesión estadounidense se desata una horda de zombis, un pequeño grupo de unionistas se dirige al lugar donde se cree inició todo para investigar, este grupo es liderado por nada menos que Abraham Lincoln (Bill Oberst Jr.), las casualidades de la vida -y un corto prólogo- muestra como durante su niñez tuvo que enfrentarse a un evento similar que, en la cabeza de cualquier persona pudo haber quedado con secuelas psicológicas, pero en la de él, no.

Así es como este grupo llega a un fortín resguardado por un grupo de confederados, debiendo sortear no solo las balas sino también el ataque de los no muertos, los cuales tienen la característica de verse atraídos por la bulla. Pronto logran sobrepasar ese primer obstáculo, encerrados en el fortín tendrán que tomar arduas decisiones, ¿qué hacer con los soldados confederados? ¿cómo enfrentar y acabar a estos seres?

Las respuestas son obvias, deben salir un par de veces a realizar misiones, mientras algunos se quedan resguardando la fortaleza, sangre, balas, guadañazos, decapitaciones, muertos, exceso de maquillaje y efectos especiales baratos por doquier, mientras también el grupo unionista comienza a resquebrajarse. Por suerte a la cabeza de todo está Lincoln, ¿en qué momento se pasó de tenerlo a él combatiendo a zombis a tener a Trump sin poder defender a su pueblo frente al COVID-19?

¿Aciertos de la película? Al menos entretiene, aunque el cierre es muy absurdo, por no decir tonto, y ojo, se considera así aun entendiendo este tipo de largometrajes y las falencias argumentales e histriónicas que traen de forma inherente. Además de las ganas de hacer cine de la productora The Asylum, que agarrándose de filmes afamados hacen sus versiones cutres de bajo presupuesto, que a la larga les ha funcionado e incluso se puede ver como una productora de culto.