La salada es el nombre del mercado de ventas piratas más grande de la Argentina: ropa, accesorios, películas, música y cuanta cosa imaginable. Lugar donde confluyen cientos de personas, contando un enorme número de migrantes que intentan salir adelante, de esta forma, se cuentan historias de personas verdaderas, el realismo está presente en todo momento, se cuenta un lapso de la vida de dichos individuos, motivo por el cual no se podría considerar que tienen un cierre propiamente dicho.

La película es en suma interesante en el sentido del ejercicio que realiza en cuanto a la internacionalización de su obra, claro estamos ante un film argentino, hecho en ese país por un argentino, hijo de inmigrantes eso sí, pero dónde lo menos que salen son argentinos. Una película coral de personajes, situaciones pero también de nacionalidades e idiomas. Salta en este punto el tema de la identidad, la apropiación del país por parte de estas personas o bien el recelo, el quedarse en lo propio.

Hsu entiende bien lo que representa el lenguaje del cine, logra apropiarse directamente de este contexto que representa La salada y de cómo se dan las cosas ahí. Hay un buen trabajo de fotografía a cargo de Tebbe Schöningh, film oscuro con tonos amarillentos de acuerdo al sentimiento de los personajes que por sus condiciones no se encuentran de la mejor forma.

La salada es la Ópera prima de su realizador, cine de autor donde participa como guionista, cine de realidades, con la aspiración de darle una nueva perspectiva al tema de las migraciones y al cómo estás personas se desenvuelven con sus pares, además, hasta cierto punto arriesgada por como lo presenta, en el sentido del idioma y la representación de la nacionalidad ya mencionada.