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Voto de Peter Gabriel 77:
7
Drama. Cine negro El tranquilo y metódico doctor Talbot conoce a la cantante Nora Prentiss cuando ésta sufre un accidente en la calle que la deja ligeramente herida. A pesar de sus temores, no puede evitar enamorarse de ella, pero entonces tendrá que enfrentarse a un dilema: o dejar a Nora o divorciarse de su mujer. Así las cosas, la muerte de un paciente en su consulta, haqce que surja en su mente una tercera posibilidad. (FILMAFFINITY)
22 de agosto de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y de nuevo el mismo año que facturaron The Unfaithful, el tándem Sherman-Sheridan vuelve a unir fuerzas con resultados ligeramente inferiores, siendo generosos. Aquí no hay ningún Goodis dejando perlas en la boca de Sheridan y compañía, y se nota, y mucho. Y hablando de compañías, la verdad es que es una lástima también que no haya nadie aquí que le doble los solos a Sheridan, ni una buena base rítmica que la respalde. Me atrevería incluso a decir que eso la desluce al tiempo que la realza. Y es una lástima por que el papel, en principio, es un verdadero caramelo. Yo cuando vi el cartel y el título de la película pensaba que se me venía encima algo como una Tierney en Que El Cielo La Juzgue o una Crawford en Los Condenados No Lloran del propio Sherman, incluso, salvando lo necesario, una Hayworth en la eterna Gilda, esto es, una femme fatale de altos vuelos. Y no, ni Sheridan luce tanto ni pilota un vehículo que se lo permita. Tiene, eso sí, oportunidad para mostrar sus dotes como cantante, que por lo visto y leído, eran más que decentes, en la típica secuencia en un night club donde se pasea entre la plebe mesa por mesa calentando braguetas y rompiendo cremalleras. A esta Nora Prentiss, un casi ortodoxo noir pasional como tantos otros, le falta el gancho y la urgencia de la que hacía gala The Unfaithful, navega por aguas más conocidas y encharcadas. El guionista nos espeta, y Sherman consiente, un Applebite en mitad de la función, que rompe el ritmo, que tampoco es que viniera siendo galopante. Ni el qué ni el cómo son especialmente originales en este tramo central y encima Sherman les dedica demasiado tiempo y la película languidece, y uno empieza ya a bajar los brazos. Al menos en la recta final asoman unos platillos y uno fantasea con un Hands All Over para cerrar la velada. Y bueno, no llega a tanto, pero se aprecia la intención, y Sherman logra cerrar la función dejándonos un buen sabor de boca, con el espejismo de que hemos visto un noir especial.
Peter Gabriel 77
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