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Voto de Peter Gabriel 77:
8
Thriller. Drama Thriller con un entonces apenas conocido Harvey Keitel que supuso el debut de James Toback. Jimmy Fingers (Keitel) es un joven que se debate entre la lealtad a su padre, con conexiones a la mafia italiana, o a su madre, una judía concertista de piano mentalmente perturbada. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2009
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que andaba detrás de ella y ayer por fin me la calcé, y no me decepcionó. Una pequeña maravilla, una de esas peculiares joyas que sólo pudieron nacer al amparo de los gloriosos 70's, con ese sabor especial. El debut de James Toback, que escribe y dirige haciendo gala de cierta personalidad. Por lo que parece Toback vendió su culo al mainstream inexplicablemente pocos años después, y de verdad que se me escapa la razón para hacer algo así por parte un tipo que escribe y dirige un guión como éste. El guión es un deleite, plagado de giros, el tipo de guión en el que no sabes que te depara a la vuelta de cada fotograma. Hay alguna situación un poco forzada y puede que el final flojee ligeramente, pero lo hace de una manera tan bastarda que lo gocé. Vista hoy en día, está plagada de detalles entrañables, como la presencia de varios secundarios de El Padrino, entre los que se encuentra el inolvidable Michael V. Gazzo, Frank Pentangeli para los amigos, que aquí da vida al padre de Keitel en un actuación que es un pequeño recital de voz bronquítica y pasión, y el también inolvidable Luca Brasi en un pequeño papel de pizzero moroso. Y luego están las apariciones estelares de Junior Soprano y Paulie Walnuts, dando vida a un profesor de piano el primero y a un matón de etiqueta revenida el segundo, por lo que aquí tenemos la mayor conexión de dos de los artefactos más descomunales que ha parido el ser humano al amparo de una misma película. Ya sólo por eso vale su peso en oro. Pero es que además está Keitel en uno de los mejores papeles de su carrera, dando vida al agobiado hijo de Pentangeli, un precedente atronador del Radio Raheem de Haz Lo Que Debas, arrastrando su radio cassette allá por donde va, y ejerciendo de matón para su padre durante el día y tocando el piano por las noches mientras se prepara para una ansiada audición, debatiéndose entre la lealtad a lo primero y su devoción por lo segundo. Por el medio se cuela una estrambótica historia de amor de poco disimulados ecos a Taxi Driver, ecos que, por cierto, no acaban aquí, y alguno de los polvos más fugaces de la historia del séptimo arte. Entiendo que el tiempo en el cine es oro pero tanta fugacidad siempre me desconcierta.
En fin, que la disfruté mucho.
Peter Gabriel 77
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