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Voto de Francisco de Javier:
2
6.8
15,716
Drama
Explora la relación que mantuvieron el Papa Benedicto XVI y su sucesor, el Papa Francisco, dos de los líderes más poderosos de la Iglesia Católica, que abordan sus propios pasados y las demandas del mundo moderno para que la institución avance.
28 de diciembre de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy consciente de que esta publicación tendrá un porcentaje de votos positivos bajísimo, y con gusto lo asumo, pues es en el honor a la verdad donde no puede uno plegarse al sufragio.
Desde que Francisco fue elevado a Santo Padre, parece que el Establecimiento ha cambiado de táctica. Antes, el ataque al Papa era constante, se demonizaban las figuras de los Santos Padres contínuamente, ¿o es que nadie recuerda la contínua denostación de Benedicto XVI, Juan Pablo II, Pablo V...?.
Sin embargo, ahora parece que es más fructífero mentir y hacer propaganda en favor al nuevo Papa, mostrándolo como un agente del mundo, como el que trae una nueva iglesia tolerante al pecado y a las corrientes del mundo. Tergiversando sus palabras y calumniando su vida pública de tal forma que parecza uno del mundo y no de la Iglesia. Es absurdo e insultante las contínuas manipulaciones por parte de la prensa, que ha creado una imagen, una máscara, de un Papa que no se corresponde con el verdadero Papa; propaganda pro-Bergoglio que es a su vez anti-Bergoglio. Si algo no se le puede achacar al establecimiento es falta de originalidad, desde luego.
Esta película, venida Netflix, cómo no; no hace sino promover dichas manipulaciones, parodiándole como un reformista y un progresista. Es un panfleto político sin una pizca de realidad eclesiástica.
¿La fotografía? suficiente, ¿los flashbacks? insufribles. La caracterización de Benedicto XVI (venida del virtuoso Anthony Hopkins) y de Francisco (Jonathan Pryce) es excelente, con unos parecidos físicos asombrosos y también de una actuación sublime para representar las dos figuras. Sin embargo ni si quiera tan notables interpretaciones pueden salvar la simplista, sensiblera y burda caricaturización papal.
Desde que Francisco fue elevado a Santo Padre, parece que el Establecimiento ha cambiado de táctica. Antes, el ataque al Papa era constante, se demonizaban las figuras de los Santos Padres contínuamente, ¿o es que nadie recuerda la contínua denostación de Benedicto XVI, Juan Pablo II, Pablo V...?.
Sin embargo, ahora parece que es más fructífero mentir y hacer propaganda en favor al nuevo Papa, mostrándolo como un agente del mundo, como el que trae una nueva iglesia tolerante al pecado y a las corrientes del mundo. Tergiversando sus palabras y calumniando su vida pública de tal forma que parecza uno del mundo y no de la Iglesia. Es absurdo e insultante las contínuas manipulaciones por parte de la prensa, que ha creado una imagen, una máscara, de un Papa que no se corresponde con el verdadero Papa; propaganda pro-Bergoglio que es a su vez anti-Bergoglio. Si algo no se le puede achacar al establecimiento es falta de originalidad, desde luego.
Esta película, venida Netflix, cómo no; no hace sino promover dichas manipulaciones, parodiándole como un reformista y un progresista. Es un panfleto político sin una pizca de realidad eclesiástica.
¿La fotografía? suficiente, ¿los flashbacks? insufribles. La caracterización de Benedicto XVI (venida del virtuoso Anthony Hopkins) y de Francisco (Jonathan Pryce) es excelente, con unos parecidos físicos asombrosos y también de una actuación sublime para representar las dos figuras. Sin embargo ni si quiera tan notables interpretaciones pueden salvar la simplista, sensiblera y burda caricaturización papal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
¿Que Joseph Ratzinger hacía política populista y proselitismo durante el Cónclave para ganas votos y ser Papa? Venga ya, cualquier que conozca lo más mínimo la figura del Santo Padre alemán sabe lo desacertado y desafortunado que es. Así como ponerlo como un viejo cascarrabias que defiende todos los tópicos conservadores de la política actual. Y esa tristeza en la Iglesia que la película se esfuerza en mostrar una vez elegido Papa, no es sino insultante para cualquier católico.
Por contraposición, mostrar a Bergoglio como un hippie reformista y rebelde (a la vez que cobarde) a la Tradición de la Iglesia, un cura mundanal que defiende que la Iglesia se adecúe a los tiempos y se modernice no es sino falaz, desde la peor intención política.
El resto sólo es sensiblería, sentimentalismo y nada más, nada de religión, nada de teología, nada de realismo. ¿Inofensiva? ¿benevolente? ¿reflexiva? De ninguna manera. ¿Dos formas de entender la religión a día de hoy? Sólo para quien no tiene ni idea de religión. En definitiva, una película mediocre y agraviante que sólo se sostiene con dos grandes interpretaciones, a pesar de un guión pobre y estúpidamente sensible.
Por contraposición, mostrar a Bergoglio como un hippie reformista y rebelde (a la vez que cobarde) a la Tradición de la Iglesia, un cura mundanal que defiende que la Iglesia se adecúe a los tiempos y se modernice no es sino falaz, desde la peor intención política.
El resto sólo es sensiblería, sentimentalismo y nada más, nada de religión, nada de teología, nada de realismo. ¿Inofensiva? ¿benevolente? ¿reflexiva? De ninguna manera. ¿Dos formas de entender la religión a día de hoy? Sólo para quien no tiene ni idea de religión. En definitiva, una película mediocre y agraviante que sólo se sostiene con dos grandes interpretaciones, a pesar de un guión pobre y estúpidamente sensible.