Película sobresaliente, muy merecedora de su gran reputación. Lo que más me ha sorprendido es la aparente sencillez de la historia y de cómo está plasmada, y lo perfectamente condensada que está en su hora y media escasa. En menos de 90 minutos hay escenas y secuencias de acción, rodada con una maestría envidiable (me quedo con el avance en tierra de nadie), hay drama judicial, drama carcelario, tragicomedia (la escena de los soldados la noche antes del asalto), ejecución en el patíbulo (tensión máxima a lo largo de toda la secuencia, con un rayo de esperanza que se esfuma en el último momento), intriga, y todo ello para expresar, siempre, una crítica feroz a la guerra y a la deshumanización de las personas que la dirigen. Maravilloso el mensaje final, donde tras una escena repugnante en la que se imagina lo peor, hay fe en que el ser se (re)haga humano y brote la semilla de la fraternidad y la paz.
Delgada línea la que se franquea con el maniqueísmo de ciertos personajes que en el fondo no es tal, no es que presente unos personajes profundos y con dobleces, pero a cada uno le da su momento (fugaz eso sí) en que se redime o sienta cierto rechazo a lo que está ocurriendo. Sobre todo, la cuestión es que todo está muy condensado, y efectivamente si la obra tuviera 30 minutos más y los personajes siguieran manifestándose así, sí pienso que hablaríamos de personajes planos y maniqueos, pero la idea de que todo está muy concentrado prevalece y fuerza a observar esos detalles para que los personajes cobren vida más allá de la caricatura que podría intuirse.