'The crown' es, posiblemente, la mejor serie incluida en todo el catálogo de Netflix sin exagerar un ápice. Una producción fastuosa donde el escenario repleto de lujos, palacios y ostentación, habla por sí mismo, otorgándole a la historia ese aire regio que merece. Porque esta elegancia es lo que convierte a esta serie en un hito, su cuidado, su detalle, su mimetismo. Todo el espacio funciona perfectamente.
Obviamente, el mayor atractivo de la serie radica en la propia trama. La monarquía inglesa siempre ha sido un tema adictivo por sus muchos escándalos, su forma del decoro y las diversas situaciones que han propiciado a lo largo de los años. Unido a la fascinación que produce la reina Isabel II, el relato se antoja imprescindible. Se toma un argumento en apariencia aburrido o fangoso y se convierte en una maquinación sumamente entretenida que te impide apartar la mirada de la pantalla. Todo esto sin perder la veracidad y siendo fiel a la estricta realidad, mostrando las múltiples metidas de pata de la realeza británica y las diversas conspiraciones que han soportado.

Si las dos primeras temporadas ya eran de por sí magníficas (una Claire Foy y un Matt Smith apabullantes en sus papeles así lo demuestran), la tercera es ya para enmarcar. Olivia Colman, Tobias Menzies y Helena Bonham Carter están insuperables, soberbios y magnéticos marcando una transición clave en la serie.
'The crown' es una obra de arte, de las que hipnotizan los cinco sentidos. Imperdible.