Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Gerardo Guarán :
9
Drama. Intriga Cuando hace una entrega, Jongsu (Yoo), un joven mensajero, se encuentra por casualidad con Haemi (Jun), una chica que vivía en su vecindario. La joven le pide que cuide a su gato durante su viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a Ben (Yeun), un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, Ben revela a Jongsu un extraño pasatiempo que tiene... Adaptación de una historia de Haruki Murakami. (FILMAFFINITY)
5 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burning es una truculenta metáfora existencial en la que el paroxismo de sus personajes nos arrastra a lugares inusitados. Lee Chang-Dong se vale de este relato, con envoltura de trhiller, para desentrañar lo que las pasiones abnegadas (o desenfrenadas) hacen en el alma humana. De manera que durante las dos horas y resto que dura el metraje, el espectador se encuentra ante una verdadera bomba de tiempo que amenaza con estallar en cualquier momento.

Sin embargo, aunque en retrospectiva parezca más legible, al inicio del film nada parece tener cabo o rabo, de tal forma que la inminente explosión pasa desapercibida durante casi toda la película, lo que no le resta atractivo, todo lo contrario, logra seducir nuestra atención. Aunque para ser honestos, cabría mencionar que la sensación de incertidumbre permanece en el paladar incluso días después de haber visto el sexto largometraje del director surcoreano.

Con un clima tenso y misterioso, Burning nos conduce al paroxismo de tres almas desosegadas ante lo vacuo de la existencia humana , pese a que una de ellas parecer tener el cielo al alcance de sus manos, mientras que las dos restantes rosan el inclemente fondo de la jerarquía social.

Jongsu, un joven taciturno recién salido de la universidad, sin un futuro prometedor y con el pesado sueño de ser escritor, se reencuentra con una amiga de la infancia, la extrovertida Haemi, edecán de medio tiempo y estudiante (a tiempo completo) de pantomima. No tardan en empezar un ligero romance que se intuye habían dejado truncado en el pasado. Todo se complica cuando Haemi decide irse de viaje, pues al regresar viene en compañía de un nuevo amigo, el adinerado, guapo y enigmático Ben, un autentico Gatsby posmoderno.

A partir de aquí la película se convierte en un juego detectivesco del gato y el ratón, aun cuando no tengamos claro si existe un gato y un ratón. Todo lo que intuimos es que Ben se trae algo entre manos. Después de una secuencia elegante y visualmente potente, acompañada del melifluo sonido de la trompeta de Miles Davis, Ben le confiesa su extraño pasatiempo a Jongsu: quemar invernaderos.

Sin que nos demos cuenta el pasatiempo de Ben se va transformando en en el subtexto y metarralato de la película que nos va permitiendo entrever la angustia existencial que corroe, como si de soda caustica se tratase, las entrañas en llamas de los personajes, y, por qué no decirlo, las del mismo director en tanto autor.

"El que lucha con monstruos—escribió Nietzsche—debe tener cuidado para no resultar él un monstruo. Y si mucho miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti". No sé si en Burning hayan monstruos, pero en definitiva hay abismos que nos miran...
Gerardo Guarán
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow