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Voto de John Dunbar:
7
Comedia Agustín Valverde (Paco Martínez Soria), viudo y hacendado aragonés, decide dejar el pueblo y marchar a Madrid, a instalarse en casa de su hijo médico (Eduardo Fajardo) y su nuera (Doris Coll), emigrados ambos del pueblo. A ella ahora todo el mundo la llama Luchy, desde que consiguiera su nueva vida en la capital y una brillante posición social debido al prestigio médico de su marido. Pero al llegar a Madrid, el 'tío' Agustín, que así le ... [+]
2 de octubre de 2022
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El arranque del entrañable Paco Martínez Soria como la figura que reconocemos hoy, supuso el arranque también de una serie de exitosas colaboraciones entre el actor aragonés y el director Pedro Lazaga, creo, si no me equivoco, nuestro director más prolífico. La carrera de Martínez Soria, desde luego, hacía tiempo que había comenzado, algo que no es menos cierto que su nivel de popularidad, en su época y para los restos, se puede certificar sin temor a error que abre justo con esta película de 1966 que nos cuenta, con el recato y formas propias de su tiempo, sobre los modos y entendederas de un hombre de pueblo o cateto, vamos, lo que con remilgo respetuoso se catalogaba, y más en aquellos años, como 'hombre de provincias', que abandona toda su vida con el ánimo de visitar a su hijo y la familia de éste que viven, con gran éxito, en la capital, Madrid.
Los costumbrismos de un hombre entrado ya en sus años, que nunca había salido de su humilde pueblo con los hábitos de la alta sociedad madrileña, pronto sufren el encontronazo irremediable y son la base sobre la que se establece el argumento de una comedia inocente, de honrado corazón y finalización sanadora. Agustín (Martínez Soria) es ese concepto evocador de abuelo entrañable, con fondo bonachón y algo cascarrabias que todos tenemos en nuestra cabeza, que reconduce con su batuta y mucha hilaridad la moral un tanto corrompida de todas las ovejas que se salen del rebaño.

El enclave de esa España apuntaba siempre a la complicidad moralizante cuando quedaba suscrita bajo el tono familiar y el espíritu conciliador de sus personajes, implementando poquito a poco el atrevimiento al abrirse nuevos horizontes. La filmografía de este gran comediante en su relación con el cine a partir de este punto, rebela la frecuencia del uso de la adaptación teatral o ideas que parten de esta base, como es aquí el caso, el cual lleva ligado el nombre de Lázaro Carreter, nombre propio donde los haya de las letras españolas, adaptación que recoge de su propia obra homónima para teatro que también Martínez Soria encabezaba. Además, comienza también la ya comentada relación con el director Lazaga, una de las colaboraciones más prósperas y llamativas del cine español, como la que comparten al mismo tiempo con ese genio de la música que puso color a tantas y tantas obras de nuestro cine y televisión como fue Antón García Abril, por cierto, aragonés también como Martínez Soria y habitual de las películas de Lazaga. Luego de 'La ciudad no es para mí' vinieron una retahíla de títulos con más o menos semejanza en su perfil argumental y en el de su personaje principal, representando a alguien siempre cargado de buenas intenciones, con un poquito de picante libidinoso (los tiempos lo harán llamar con dureza machista o hasta baboso), de torpeza bufonesca, cabreo fácil y ante todo, mucho, mucho humor.
John Dunbar
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