Si te pilla en un día con ansias de cine, se debe disfrutar de lo lindo, claro está, pero para ganarse las 8 ó 9 estrellas te tiene que cautivar en frío, bajo mi punto vista.

El descenso a los suburbios tanto del sentimiento de culpabilidad como del Tokio de la posguerra, es tratado por Kurosawa de forma agónica y sin conceder descanso al vértigo que sus imágenes producen. Le falta un toque de humor. Aunque por fortuna éste aparece inintencionadamente en algunas escenas surrealistas, para el ojo occidental, como la de las bailarinas en dodotis (minuto 67) o aquella en que una mujer cruza la pantalla con un OVNI pinchado en una varilla (minuto 20).

Pero para ojo occidental, el de Kurosawa. El argumento, la ambientación, los planos y la iluminación de esta cinta son de cine negro clásico americano. Y la recolección de detalles en segundo plano, recuerdan al neorrealismo italiano. ¿Qué es más difícil, encontrar una pistola en Tokio, o el manillar de una bici en un mercado romano?

La película trata de un policía al que roban el arma y se obsesiona en recuperarla (hace no mucho vi una película china con el mismo argumento, y al poli le castigaban haciéndole volver a su casa, desde la comisaría, en calzoncillos. No recuerdo cómo se llamaba, pero me gustaría verla otra vez, la verdad), de tal manera que cada vez que alguien le menciona la palabra colt, salta como un loco y pierde los nervios y los modales. Tal es así, que en una escena, descartada en el montaje final de la productora, Carod Rovira (que aprovechó para acercarse a Japón después de acudir a un bautizo en la China Popular de un hijo de la Jolie, Yoo-Sap-Lee) se cruza con Mifune y le dice "escolti, tú" y claro, Toshiro le agarra por el pescuezo "qué sabes de mi colt, habla, quién la tiene" y tal y tal. Tremenda (minuto 137 en el director's cut).

Lo que no se puede dudar es que es técnicamente perfecta y muy buena en el resto de aspectos, pero le falta algo de chicha y un toque de genialidad, algo raro, por otra parte, tratándose del maestro Kurosawa
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