Ya no quedan tíos duros clásicos como Bogart. El último que nos queda, quizás sea Clint Eastwood, a quien su cada vez más avanzada edad le impide encarnar al duro de turno. En los años 40, la edad dorada del cine negro, era harina de otro costal: estaban Humphrey Bogart, Robert Mitchum, Randolph Scott, Gary Cooper...

No eran tíos ciclados de gimnasio, tipo Stallone o Schwarzennegger. Bogart era bajito, delagadito y feo. Mitchum metia el estomago para adentro para disimular su barriga cervecera si alguna vez el guión le obligaba a quitarse la camisa. Su dureza era otra cosa. Era actitud. A Bogart si le buscas le encuentras. Si le tocas los cojones una vez te abofetea la cara, como le ocurre a cierto personaje de la peli. Si se los tocas dos veces eres hombre muerto. Si se ve acorralado, ten por seguro que no se va a rendir.

"El último refugio", si bien no es la mejor película de Raoul Walsh, por lo menos mantiene el interés durante todo el metraje. Ida Lupino está excelente encarnando a una chica no demasiado decente, al igual que Arthur Kennedy en su breve papel. La que no me acaba de gustar es la guapísima Joan Leslie; no me convencen sus lágrimas de cocodrilo ni me creo la transformación de su personaje. De Bogart no se puede decir más.

El final es lo mejor de la cinta. Aquí la peli se transforma y con esto no creo revelar nada de la trama: ya no estamos ante un título de cine negro sino ante un western clásico, con una situación, la del fugitivo acorralado en las rocas, típica de las películas del far-west.