"Ha muerto mi padre ... otra vez" es el enigmático mensaje que recibe Thomas (Freeman), un viejo agente del Mossad israelí. Procede de una antigua agente suya, Rachel (Krueger), que misteriosamente ha desaparecido de la escena.
Y, claro, entre espías no pueden quedar cabos sueltos, hay que ver qué es lo que pasa y tomar una decisión.
Pues de esto va la cinta, a base de recordar las andanzas de esta mujer en la misión que le encargan desarrollar en Teherán. Naturalmente con el consiguiente enamoramiento, que para eso los espías se las traen.
La película resulta un tanto fría, de pocas palabras, muy centrada en la protagonista. Una mujer occidental que trata de adaptarse a la vida de la capital persa para cumplir una misión peligrosa para la que no parece estar bien preparada.
Tanta fama que tiene el servicio de espionaje israelí y lo torpes que son en el departamento de selección del personal. Rachel no es ni siquiera judía y cae seducida a las primeras de cambio en los brazos de su espiado. Poca originalidad. Sin contar el correspondiente síndrome de Estocolmo al describir la "modernizada" sociedad de Teherán donde solo vemos turbantes en los carteles de propaganda política.
Película de intriga y espionaje que no está mal, podrá gustar a los seguidores del género. Pero nada más.