Uno no deja de olisquear ese tufo a producto de película vespertina de los domingos; especialmente la segunda que suelen poner después del melodrama familiar, esto es, subproductos sobre catástrofes, tornados y amenazas nucleares.
Porque esta película sólo apunta ciertas maneras y aspectos argumentales de forma muy leve, pero todo queda demasiado supeditado a la falta de medios, calidad interpretativa y ganas de acabar la producción sea como sea. Sólo así se explica que al final se dejen tantas cosas en el tintero cuando se le podía haber dado cualquier vuelta de tuerca mínimamente interesante.