Hay películas cuyo éxito es contraproducente a la larga. Por ejemplo, la notoriedad que alcanzó "Seven" hizo que se mutiplicaran los thrillers de asesinos en serie de muy dudosa calidad. Algo así ha pasado con "Love Actually", cuyo éxito ha originado que se perpetren cada vez más películas de reparto coral en torno a un determinado tema. Quien ha tomado nota de esto ha sido Garry Marshall. Ya lo hizo con "Historias de San Valentín", un pastelazo como ha habido pocos en el mundo, y como la jugada le salió bien ha decidido repetir con esta "Noche fin de año".
Anteriormente he usado el verbo "repetir" y quizá sea ese el mejor término para definir la película, porque todo está más que trillado, se repite más que el gazpacho. Las historias carecen de interés tano de interés humano como cinematográfico, aparte de ser muy poco creíbles: la historia de la encargada de la fiesta de Fin de Año en Time Square, la histora de amor de una estrella del rock, un padre terminal que lo único que quiere es ver la fiesta desde su habitación, la típica persona que decide hacer realidad su lista de deseos que no se han realizado en ese año que empieza, la pareja que se queda encerrada en el ascensor, la pareja que se conoció la noche vieja anterior y se citan un año después para ver si su amor ha conseguido sobrevivir al tiempo, la nena que va a recibir su primer beso... todo muy típico y muy tópico y lo que es peor, muy aburrido.
Y en el reparto encontramos a actores y actrices que parece que sólo saben hacer películas almibaradas como la insufrible Katherine Heigl, SaraJesi, Ashton Kutcher o Zac Effron, luego hay actores que se puede esperar más de ellos como Jessica Biel, Carla Gugino, Halle Berry o Hillary Swank, pero lo realmente doloroso (aparte de ver el careto que se ha puesto Jon Bon Jovi -hay que saber envejecer, chaval) es ver a gente antiguamente respetada como Michelle Pfeiffer o Robert De Niro en semejante producto que más que romántico es patético.