Nacho Vigalondo es sin lugar a dudas una de las voces más originales e internacionales de nuestro cine, su carta de presentación en el largometraje Los cronocrímenes ya lo dejó patentado además de su posmoderna pasión por el género y la Serie B.

En su segundo largo, rodado en inglés y con figuras internacionales como Elijah Wood, Vigalondo realiza un arriesgado ejercicio fílmico en el que toda la trama sucede en la pantalla de un ordenador y en las diferentes ventanas abiertas que generan una estimulante pero agotadora visión multipantalla.

Elijah Wood es un creador web fan de la actriz del momento y se encuentra alojado en un hotel porque se supone que ha ganado una cena con ella gracias a un concurso publicado en la red. Todo será una trampa y empezará una trama de suspense neo-hitcockiana frenética y con buenas ideas en algunos momentos y en su mensaje sobre la voyeur sociedad actual y la fama cinematográfica actual.

Aún así la fórmula resulta excesiva y acabará agotando junto a un último tercio lleno de efectistas giros que resquebrajan soberanamente la habilidad narrativa de Vigalondo. Un ejercicio visual arriesgado que se pierde en sus muy discutibles efectismos y giros narrativos.