Spider-Man no tiene las aspiraciones artísticas o de complejidad que Batman, ni en celuloide ni en papel (bueno, al menos en comparación con los cómics modernos que intentan ser algo más que tebeos de aventuras). El encanto de Marve suele tener que ver con su agilidad, el trasfondo pseudo-científico y el aire juvenil, mientras que DC se centra más en la elegancia de sus talluditos personajes.

Esta Spider-Man cumple muy bien en su presentación del héroe y en retratar lo clásico, lo que sabemos del mundo del lanza redes y modernizando cosas, lejos, eso sí, de versiones alternativas como la serie Ultimate: ahora lanzar telarañas es propiamente un poder arácnido y el Duende Verde está bien planteado para no resultar tan ridículo como hubiese sido una translación directa al cine de su aspecto original.

Entretenida, respetuosa y nada rebuscada. Le sobra ese niño idiota que no se aparta cuando los globos pero... pero Spider-man tiene que salvar gente, y no pasa nada por reírse un poco, no es para tomárselo tan en serio, es para disfrutar.