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Voto de Francisco Javier Millan:
6
Comedia. Drama. Romance 8 de mayo de 1945, día de la victoria en Europa. La ciudad de Londres celebra el final de la guerra, y en Buckingham Palace, la princesa Margarita y su hermana Isabel están deseando ser parte de la alegría fuera de palacio. A ambas se les permite salir de incógnito para formar partes de las celebraciones, dando comienzo a una noche llena de emoción, peligro y romance.
27 de mayo de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heredero de cierto clasicismo, propio de la BBC, Julian Jarrold fantasea con la imagen de la reina Isabel II en sus años como princesa. Un film plagado de buenas intenciones, que puede venir a funcionar perfectamente como secuela juvenil de “El discurso del Rey”.
La trama gira en la histórica primera noche de paz en Londres, tras los terribles años de la II Guerra Mundial. Una ciudad que parece estar tomada por un “super cotillón”, con las dos hijas del rey Jorge VI correteando por las calles. Una especie de “Jo que noche” de la familia real británica, cuyo principal atributo es el entretenimiento, sin buscar ni pretender ningún tipo de esfuerzo más.
La locura que se desata en algunos salones de “recreo” no pasa de lo más “naif” y lo políticamente correcto. No en vano, esta clase de propuestas no se entienden, sin ese hálito reverencial del que goza la protagonista en la vida real entre los ciudadanos británicos. Como en otras ocasiones, nos presentan el lado más humano de la misma en un juego, que está más cercano a lo que sueñan algunos que lo que es realmente.
La película se sustenta principalmente en la bellísima Sarah Gadon, siendo la historia que ella protagoniza mucho más interesante, que la locura a la que se ve desencadenada su bufonesca hermana. La joven actriz y la fotografía bucólica de tonos pastel, convierten al producto en una comedia romántica con corona; haciendo uso de las raíces de este género, entroncándolo con un tipo de cine más propio del siglo pasado.
Su visionado es agradable y emocionalmente gana en implicación hacía su tramo final, pero, en mi mente, no hacía más que pensar como hubiera sido algo parecido rodado en España. En ocasiones, envidio a los británicos.
Francisco Javier Millan
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