Metralleta en mano, y en mitad de una persecución extrema -tal como reza el grandilocuente título español de la saga-, un fulano con traje le suelta a The Miz: 'sólo quedamos nosotros, cuando encontramos la oportunidad de huir, la aprovechamos'. Y respondiendo a la pregunta formulada por el heroico protagonista '¿de quién es el coche?', el mismo tipo replica: '¡nos lo ha dado un pueblerino muy patriótico con el que nos topamos!'.
Partiendo de lo que implica contar con tales niveles de dramaturgia, voy a ahorrarme el esfuerzo de matizar que el leit motiv de la franquicia, más si cabe, es dejar atrás los complejos para facturar un producto de entretenimiento puro que gana en eficacia a medida que toma más conciencia de su extraordinaria vacuidad y una carencia agradecible de pretensiones. Lo que colateralmente implica que en WWE Studios caigan por fin -pero no tarde- en los dos principales aciertos de este episodio: ni es necesario fichar como villano a un actor reconocible en horas bajas, ni los atletas masculinos del wrestling son los únicos mercenarios utilizables en cuitas cinematográficas. De hecho la wrestler y ex jugadora de fútbol americano, conocida profesionalmente con el nombre 'artístico' de Summer Rae se corona aquí como la primera estrella femenina en la marca WWE que protagoniza una película para su división de películas (lástima que sea en un rol de antagonista, y sin que tenga que memorizar demasiadas palabras).
Ah sí, la cosa va de proteger a una ingeniera de sistemas contra no sé qué grupo terrorista que intenta cepillársela. El resultado, siendo generosos, es superior a 'Torrente 3: El protector' (2005, Santiago Segura).