Aunque me faltan un par de películas de X-Men por ver (la más reciente Los nuevos mutantes y alguna de las primeras entregas que no recuerdo), juraría que no voy a encontrar en el universo X-Men una película peor que Fénix Oscura.

No es que sea mala por sí misma, es también porque venimos de unas entregas pasadas que habían recuperado la chispa. No sé qué tenía en mente Simon Kinberg pero Fénix Oscura se acaba viendo como un producto de videoclub, casi de serie B, donde ni siquiera hay sitio para el interés visual al presentar peleas y efectos bastante planos y aburridos superados hace bastante tiempo. Esta película, de 2019, parece directamente de mediados de los 2000 en todo, a destacar un desarrollo predecible y unas interpretaciones borrables que ni siquiera McAvoy ni Fassbender son capaces de compensar.

Unid a todo esto que el personaje de Jean nunca me ha gustado ya desde los cómics, y que su actriz tampoco me parece a la altura. Una película innecesaria, que agota cualquier resurrección atisbada en 2011 y vuelve a gritar un cambio de rumbo para la patrulla X, cuando no un largo descanso de las salas cinematográficas.