Panahi se transforma en un cronista de Irán para traernos esta curiosa película con tono de comedia y alma de protesta. Offside no es una película espectacular ni graciosa, pero deja en el espectador como mínimo una reflexión y un mensaje que todos conocemos de antemano pero del que poco se puede hacer.

Es curioso como durante la película, aquellos que amamos el fútbol esperamos imágenes del emocionante partido que se está disputando, pero no se nos ofrece ninguna imagen del mismo como si fueramos parte de esas muchachas desesperadas por disfrutar del balompié. Tan solo cuando una de ellas consigue ver un poco podemos disfrutar de la inmensidad del graderio y del estadio, parte bastante memorable. Porque es cierto que el fútbol es una preocupación menor, como tantas otras habidas y por haber, y la pasión por el fútbol y muchas otras cosas no se entiende por una gran mayoría que usan el típico "hay cosas mas importantes que un partido de fútbol". Evidentemente las hay, pero precisamente, cosas como el fútbol hacen que dediquemos menos tiempo a pensar y autotorturarnos en ellas.

El guión no es una maravilla, no hay que ser ningún genio para explotar la incoherencia que se da en el país iraní, preguntas sin respuesta o con respuesta estúpida (lo cual es peor) que se van formulando durante la película. Ni siquiera los encargados de vigilar a las muchachas saben muy bien la razón por la que tienen que hacerlo, y cuando en un sistema los que tienen que defenderlo ni siquiera saben porqué están luchando es que directamente algo falla. Incluso los propios ciudadanos están radicalmente en contra de estas decisiones como podemos apreciar en varias escenas (a destacar el pequeño "viaje" al water donde los propios aficionados actúan ante lo que ven).

Una crónica ácida y directa de una de tantas injusticias que se cometen, que todo el mundo conoce pero que nadie se atreve a cambiar radicalmente para una nación que evoluciona más lento de lo que debiera.