Aunque no conozco los relatos de Munro en los que Almodóvar basa su guión, por el resultado deduzco que ha trasladado la historia desde Canadá a España y que el viaje no le ha sentado bien.
Lo que los personajes transmiten, más que contención, es puro frío. Sus diálogos son inverosímiles (la separación de Julieta de su pareja) ; sus silencios, inexplicables (¿qué problema tiene Julieta para callar sobre su hija?); sus culpas, injustificadas (¿qué culpa tiene Julieta de su pasado?)
Así, los personajes se hacen irreconocibles, de modo que la historia transcurre sin comunicar la más mínima emoción, lo cual no es grave en si mismo, si la película no viniese etiquetada como drama.
Porqué el film, aun sin humor, es totalmente almodovariano, evidente en la belleza de su envoltorio. Así podemos observar el mar desde la ventana de la casa del pescador gallego y admirar su colección de cerámica de Sargadelos. Y en Madrid disfrutamos de magníficos interiores, de bellos cuadros de bonitas estatuillas. Y qué decir del maravilloso batín de seda de de Julieta y del fascinante jersey de lana de su madre...y de mil detalles que dan bienestar a la vista y permiten pasar un buen rato, aunque también pueda decirse al final que hay más continente que contenido.