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Voto de Cinemagavia:
10
Romance. Drama Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara), una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor, conoce un día a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una atracción inmediata, cada vez más intensa y profunda, que cambiará sus vidas para siempre. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Dos ángeles salidas del espacio

Carol lleva a la gran pantalla una historia de amor entre dos mujeres, en el Nueva York de los años 50. Carol Aird (Cate Blanchett) es una mujer elegante y de clase alta que está infelizmente casada con Harge (Kyle Chandler), con el que tiene una hija pequeña. Unas navidades Carol acude, como otros cientos de personas, a unos grandes almacenes para comprarle un regalo a su hija. Y fruto del azar allí se encontrará con Therese Belivet (Rooney Mara), una joven tímida que trabaja como dependienta en la sección de juguetes. En seguida ambas unirán sus miradas, sin necesidad de muchas palabras, y tras perder Carol accidentalmente sus guantes en el mostrador, las dos mujeres iniciarán una relación.

Una relación que ninguna de ellas quiere ni puede evitar, sin importar la época que les ha tocado vivir o las diferencias de clase. Ya que mientras Carol se ha acostumbrado a vivir entre sofisticación y lujo, Therese sale adelante con su sueldo de dependienta. En un entorno que le oprime y que parece monopolizar su novio Jack, un chico afable incapaz de imaginar el torrente de emociones que embargan a Therese. Emociones que la tienen profundamente enamorada de Carol y ansiosa, en silencio, por realizar un cambio en su entorno laboral.

*Sentirse sola entre una multitud de gente

Además, Carol nos presenta a una protagonista madre que tiene que debatirse entre el amor hacia su hija y sus irrefrenables deseos. Una libertad como mujer que, durante casi toda la película, es puesta a prueba cuando Carol inicia el proceso de divorcio de su marido. Teniendo que ver expuesta su vida sentimental, como ejemplo de conducta desviada y problemática para la educación de la niña. Con una amistad muy estrecha hacia una antigua compañera de colegio, de la que su marido siempre sospecha.

Sin embargo, a pesar del entorno y la represión propia de la época la cinta nos muestra que el amor no entiende de leyes. Cuando las miradas de Carol y Therese quedan unidas, sabedoras de encontrarse ante fuego amigo. Y sus cuerpos se estremecen, simplemente, ante el contacto con la mano de la persona amada, ya nada importa. Ni la sociedad en la que viven, ni la educación que han recibido y ni tan siquiera el peligro al que pueden exponerse. Las dos han pasado demasiado tiempo solas, rodeadas de parejas con las que no podían empatizar. Y de sueños junto a hombres, que no les pertenecían.

Por eso las dos se saben en manos de la otra, poseedoras de esa confianza pura que da el dejarse llevar por el corazón. Sin miedo a embarcarse en un liberador viaje por el país, durante el que se irán alimentando poco a poco, convenciéndose de lo improbable, pero sumamente bello de su encuentro. Hasta llegar a un precioso culmen que sellará para siempre su historia. Liberando a ambas de todas aquellas cadenas que robaban protagonismo a su ser.

*Todd Haynes filma de forma exquisita

En un recorrido emocional que Carol sublimiza, gracias a la inmejorable labor de Todd Haynes. Un director en posesión de un estilo cinematográfico de una exquisitez abrumadora y una delicadeza constante. Cada secuencia de la película parece sacada de un cuadro de Edward Hopper, siempre preciosista y con un uso del color asombroso. Gusto estilístico que aquí se entremezcla con una inmejorable recreación de una época, a través de restaurantes, habitaciones de hotel y otros muchos interiores cuidados hasta el mínimo detalle. Sin olvidar el maravilloso vestuario que, junto a lo anteriormente mencionado, hace imposible que el espectador no quedo boquiabierto ante semejante despliegue.

Con un inicio magistral, en un elegante restaurante donde Carol y Therese conversan. Una secuencia que se sirve de la sugerencia para mostrarnos mucho más de lo que aparentemente vemos en pantalla. Siendo además una secuencia que será el anticipo del flashback que ocupa casi todo el metraje, hasta que la narración nos vuelve a colocar en el mismo lugar y ante las mismas protagonistas. Esta segunda vez con una carga emocional que difícilmente podíamos adivinar al inicio.

Gracias a la capacidad asombrosa de Cate Blanchett y Rooney Mara para generar emociones. Poco se puede decir sobre Cate Blanchett, una actriz que dota a Carol de un atractivo innegable. Siendo un personaje sofisticado y poderoso, que transita por momentos de vulnerabilidad y de caos. Y a su lado, quizás más sorprendente, la interpretación de Rooney Mara, que da candidez, inocencia, pero también deseo a su personaje. Sus ojos tímidos, su gesto tierno y su voz dulce parecen sacados de la propia pluma de Highsmith. Siendo ambos personajes con un arco narrativo innegable, muy especialmente el de Therese. Quién consigue liberarse de la opresión del mostrador de la tienda de juguetes del inicio, para al final acercarse sin miedo a la responsable de sus deseos.

*Conclusión

En definitiva, no hay en mí ningún género de dudas de que Carol es una obra maestra. Una bella historia de amor entre dos mujeres, en la Nueva York de los años 50, que se erige como universal. Porque la empatía ante dos mirada que quedan unidas, sabedoras de encontrarse ante fuego amigo, y dos cuerpos estremecidos, simplemente, ante el contacto de la persona amada, surge sin más. Acompañada, además, de la sensibilidad y el asombroso gusto estilístico de un Todd Haynes capaz de concebir un sinfín de secuencias magníficas. Protagonizada por una Cate Blanchett y una Rooney Mara que despliegan química y un potencial expresivo sensacional.

Escrito por Laura Tabuyo Acosta
Cinemagavia
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