En esta temporada perdemos el factor sorpresa y al genial actor protagonista por culpa de la maldita plaga del S. XXI: el Cancer (D.E.P.). A cambio tenemos a nuevo actor interpretando a Espartaco (al que cuesta un poco acostumbrarse, hay que reconcerlo) y recuperamos algunos buenos personajes de la precuela. Aunque al argumento le cuesta un poco coger ritmo al principio de la temporada (da la impresión de que los guionistas no saben que hacer con los huídos de Casa Batiato) luego llega a cotas tan buenas como la anterior, jugando con los personajes en circunstancias diferentes y poniendo a prueba constantemente el temple de los mismos. Traiciones, alianzas, buenas escenas de sexo, increíbles escenas de lucha y más que correctas interpretaciones. Un deleite para los sentidos.