Sinceramente no sabía que nota dar a este film de Claudia Llosa. Por lo pronto he de confesar que he llegado hasta el final de un tirón y sin darme cuenta, hay que agradecer que utilizara tan sólo 90 minutos, un buen director es el que sabe para cuanto da su película, Claudia lo sabía y por eso tengo que decir que su película es buena. Sí, no se merece menos, pero tampoco más, quizás para otro sí, para mí no. Es intensa, muy poética, bella en lo estético, parca en diálogos (más si tenemos en cuenta que salen diálogos en quechua o aimara que no aparecen subtitulados)... pero es igual, es cierto que sobran las palabras. Las imágenes son reveladoras a lo largo de toda la película, descarnadas, deliciosas, angustiantes, dolorosas... todo un cúmula de sensaciones afloran cuando te pones a visualizar esta película que cumple a la perfección aquello de que a veces dice más una imagen que mil palabras.

Por el lado histórico es intensa si el público está un poco familiarizado con los problemas que hubo en Perú con Sendero Luminoso y demás. Me gusta la vertiente humana de los problemas políticos, creo que es la única que importa, más allá de la gloria imperecedera y de los viejos libros de historia decimonónica que se empeñan en hablar de naciones y gestas colectivas. Aquí vemos el trauma sangrante, la cicatriz nunca cerrada del horror provocado por la violencia y por la guerra en una joven inocente.