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España España · Shangri-La
Voto de Echanove:
9
Comedia. Drama Tony Manetta dirige un ruinoso hotel de Miami y está cargado de deudas. Cuando se le ocurre pedir ayuda a Mario, su acaudalado hermano neoyorkino, éste le pone una condición: que abandone a su irresponsable novia Shirl y se case con una mujer bonita y callada de su elección. La mujer en cuestión resulta ser la viuda Rogers. (FILMAFFINITY)
5 de mayo de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las dos películas que realizó Frank Capra al final de su carrera, vistas hace bastantes años, recuerdo que me emocionó mucho más "Millonario de Ilusiones" (1959) que "Un gangster para un milagro" (1961) y hace unas horas al volver a ver la primera he vuelto a constatar lo magnífica que es esta comedia melodramática y no exenta de ribetes oscuros.

Me sorprende lo poco valorada que está. Escribe Pablo Kurt al introducirla para Filmafinnity que falla por repetir los esquemas de las fábulas francaprianas de los años 30 y 40, algo que no sería ya válido para los 50. Disiento de ello, no solo negando la mayor -¿Porqué entonces ese "buenismo" era válido y más tarde no? ¿Acaso la gente empezó a ser a partir de los años 50 menos buena?- sino también del hecho de que aquí haya una mera repetición de aquella fórmula.

Y es que si de algo carece en gran parte este filme de Capra es de ese "espíritu buenista" e ingénuo que impregnaba, por ejemplo, "Qué Bello es Vivir" (1946). Porque nadie echa una mano económicamente a Tony Manetta (Frank Sinatra) a lo largo el metraje del filme. Ni siquiera su hermano Mario (Edward G. Robinson). Y aunque el desenlace final termine acercándose un poco al de la inolvidable peli de James Stewart, lo hace solo parcialmente, y de un modo un tanto forzado, aunque a mí me sigue emocionando muchísimo. Y no desvelaré nada más al respecto hasta la zona Spoiler, pero no es un final en que se resuelvan las cosas como precisamente todos esperábamos que iban a hacerlo si hubiese sido de acuerdo con la vieja fórmula.

Y lo mismo podría decirse de la relación de Tony con las dos damas entre las que se debate. Y de con quién se queda al final...y quienes ya la hayan visto y la recuerden, comprenderán por qué lo digo....

Por lo demás, y centrándome un poco más en los aspectos meramente cinematográficos del filme, pocas pegas pueden ponerse a un guión que cuida los detalles y la construcción de los personajes al milímetro (Edward G. Robinson tiene un papel casi tan protagónico como Sinatra y su personaje será el que más cambios experimentará a lo largo de la trama), a la adecuadísima ambientación y fotografía de Miami y a la eficacísima puesta en escena de una película a la que no le sobra un plano.

Y es que el montaje, o el propio uso del espacio del hotel por el que la peña se mueve, con varias secuencias que combinan exteriores e interiores, o varias localizaciones, es también impresionante, desembocando en un ritmo sereno y sin alardes y en una textura visual también bastante resultona gracias a la utilización del color, que creo que fue la primera vez que lo usó en un largo Capra.

Encima son también magníficos los diálogos combinando comedia y drama, de modo que tu sonrisa casi siempre es irónica, pues el protagonista está pasando las de Caín, ha sido siempre un mentiroso compulsivo (y como repite una y otra vez Robinson) "un bala". Y el fracaso (que a todos nos toca casi siempre en mayor o menor medida con el paso de los años) siempre es algo triste.

Luego hay que referirse a lo prodigiosos que están todos los actores. De Sinatra y Robinson al último secundario. Pero hay unas cuantas 'set-pieces' más que dignas de mención y de ser vistas repetidamente una y otra vez, aunque insisto en que toda la peli en su conjunto se puede ver varias veces seguidas sin que canse:

1. La secuencia de Sinatra y su chica Shyrl (Carolyn Jones) en el coche y después en la playa. El aguila y el kiwi. El matrimonio y los hijos. La que más tarde tienen en el cuarto de ella, cuando la invita a cenar esa noche en Cuba como quien va al Casino de Torrelodones (aún no había llegado Fidel) tampoco es manca.

2. Las dos secuencias en el cuarto de estar. La primera con Edward G. Robinson (que está inmenso) y la cuñada (Thelma Ritter). Y la segunda con los anteriores y la viuda Rogers (Eleanor Parker), incuyendo también todas las apariciones de su pequeño hijo (Eddie Hodges), un chaval nada repelente (como ocurre tantas veces) y que se ve que tiene una gran química con Sinatra delante de la cámara. Robinson está tan DESTERNILLANTE en toda la peli que te dan ganas de llevártelo a casa como si fuera tu abuelo.

3. La apabullante secuencia de Sinatra en casa de la viuda, que te deja asombrado por su naturalidad y lo bien rodada que está en lo que si no recuerdo mal es un único plano secuencia.

4. Toda la parte del reencuentro con su antiguo colega enriquecido (el siempre grande Keenan Winn), en el club y en el canódromo, en lo que constituye uno de los mayores picos del filme, pese a la sensación de desazón que te deja ya cerca del final. Te dan ganas de abofetear a ese Jesús Gil de pacotilla.

No sé si seguir citando más momentos de lo que considero una obra maestra: Jones tocando los bongos en la ventana mientras Sinatra y su hijo hablan y cantan (!!!) acerca de la esperanza y cómo poner a mal tiempo buena cara como lo harían dos diosecillos....O la naturalidad con que Sinatra le toca un poco el culo (!!!) cariñosamente y sin intención a su cuñada entrada en años y esta le regaña riéndose...Y no hacía falta meter un primer plano para mostrar eso, como se habría hecho hoy en día...basta con un plano general.

O sea que, en definitiva, pues mira, sí, que es verdad. Que igual la película para 1959 está tan bien hecha que resultaba ya un poco anticuada...Pero qué pena que ya casi no se hagan películas así.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Echanove
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