Ver Dune es una experiencia inolvidable. Es algo así como una adicción en forma de película que desde el principio te atrapa sin posibilidad de escape. Lynch nos invita a entrar en su mundo, esta vez adaptando la gran novela de Frank Herbert y que significó un antes y un después en la ciencia ficción. Desde la música de un Brian Eno excepcional, las guitarras de Toto, el gran trabajo de diseño de los decorados, los actores, vestimentas, y un largo numero de cualidades de esta cinta que nos transporta a otro mundo, mejor dicho a otra realidad, que muchos no has llegado a comprender, pero que por fortuna el tiempo la ha colocado en el lugar que se merece. Obra maestra.