En plena crisis por las hipotecas-basura (la crisis subprime de los EE.UU.)y del auge de los pasapiseros o especuladores de rapiña subastera, esta película no es sólo una enorme patada en el estómago del entramado bancario, muchas veces escaso de escrúpulos a la hora de conseguir exprimir al máximo al ciudadano; sino que torpedea la línea de flotación de la perversa burocracia y del sistema judicial. El materialismo inherente de la sociedad actual y, sobre todo, la inconsciencia total del desastre que puede suponer tomar una decisión financiera equivocada, planean por toda la película como dos temas claves transversales a tener muy en cuenta como moraleja.

Gran acierto el de poner a un protagonista árabe (magistralmente interpretado por Ben Kingsley) en directa oposición a una ciudadana norteamericana. Este enfoque extra es el toque maestro que otorga a este drama impresionante (en el real sentido de la palabra) el plus de emotividad que implica la crítica velada contra los prejuicios en contra del inmigrante.

"Casa de arena y niebla" es una demostración clara de que con pocos medios y un ahorro en métodos efectistas (que no efectivos), se puede conseguir un producto con altísimas dotes de dramatismo e intensidad emocional. Se trata de la típica película que, sin saber cómo, te engancha de principio a fin. Habría que reivindicar a Ben Kingsley ("En busca de Bobby Fischer", "La lista de Schindler") como uno de los grandes.