Estoy dejando de ir al cine. Lo que se estrena por aquí no me ofrece ya apenas ningún aliciente. He pasado de dos o tres películas semanales a citas esporádicas con el celuloide que suelen terminar en desastre. Me refugio en el cine clásico, en una decena de directores actuales que me parecen interesantes y en películas semidesconocidas que tengo pendientes de ver y que no se parecen en nada a lo que la cartelera insiste en ofertar. Pero como sigo teniendo fe en que una sala de cine me devuelva la magia que antaño me hacía sentir acudí a ver Los mundos de Coraline con una gran ilusión.

Me encantan los dibujos animados. Incluso diría que los disfruto tanto o más ahora que de niño. Son incontables los momentos animados que me han acompañado de manera catódica o cinematográfica a lo largo de mi vida. De hecho, mi serie favorita de la televisión es de dibujos. Esos dibujos amarillos que todos conocemos. Y alguna de mis películas favoritas es también animada. Y de entre todo ello como colofón despunta una obra genial e irrepetible: Pesadilla antes de Navidad.

Lo que sucedió con Pesadilla antes de Navidad es, como suele ocurrir con muchas obras maestras, un enigma. Nadie sabe exactamente quien hizo que. Sí, estaba Burton, pero también estaba Elfman, y un animador experto en stop-motion llamado Henry Selick. Supongo que de la suma de muchos talentos diferentes se obró el milagro. Durante mucho tiempo Burton se llevó la gloria de las desventuras de Jack y Sally aunque siempre hubo un sector de fans que reivindicaba la figura de Selick. A día de hoy todo parece haberse nivelado, Pesadilla permanece como un todo intocable y las múltiples manos que estuvieron detrás han quedado absorbidas por él.

Yo siempre defendí la figura de Burton, más que nada porque Selick parecía haber desaparecido del universo. Hizo aquella película del melocotón gigante y después ¿?. Me hubiera encantado que Selick hubiese hecho muchas más películas. Si lo suyo era la animación y concretamente la stop-motion, un par de obras suyas en esa técnica cinematográfica tan fascinante hubieran sido bienvenidas y celebradas. Pero Selick, aunque continuó haciendo alguna que otra cosa para el cine no daba muestras de tener ni demasiadas ganas ni demasiadas cosas que contar.

Y después de tantos años decide volver. Presentando una película estupenda. Tiene una buena historia y sabe convertirla en una maravilla de la animación. No es perfecta, y dista bastante en mi opinión de la trascendencia de Pesadilla antes de Navidad, pero tiene fuerza, solo cansa un poco en momentos puntuales y trasmite muchos sentimientos a lo largo del metraje. Sigo viendo ecos Burtonianos en algunos personajes y situaciones pero me hace disfrutar y empatizo con Coraline y sus vicisitudes entre los diferentes mundos que recorre.