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Voto de JP_Blackbird:
7
22 de mayo de 2008
26 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mensaje de la peli no queda claro: hay quien dice que es un rollo fascista, y quien asegura que es la primera parte de Priscila, reina del desierto. Pero como no hay versiones contrastadas, me quedo con mi análisis: Clint Eastwood le pone dos cojones, y les enseña a cuatro marines de estar por casa cómo se comporta un hombre de verdad.
El olor a macho, ése que hemos comprobado después de cada vez que intentamos hacer ejercicio más de diez minutos seguidos, impregna todo el film, y nos hace sentir parte de un todo. Nunca estuvimos en el ejército yanquee, pero ya sabíamos que era así. La testosterona nos lo decía bien claro, y ella nunca miente.
Frases lapidarias, a voz en grito, nos recuerdan cualquier final de copa vista en la tele del bar guarro al que solemos ir. Somos hombres, que carajo, y aunque nos depilemos el entrecejo por no parecer asilvestrados, al menearnos tenemos ciertos rebotes en el tiro del pantalón que no nos permitirán olvidar nunca la máxima suprema: un macho demuestra siempre que lo es, aunque haya de ducharse para ello. Y lo demás, son disparates que no comparto.
Gran película con enseñanzas de las de antaño, en que había menos gilipolleces y más practicidad que actualmente, que se apreciaban en su justa medida y que nos enseñaron a ser quienes ahora somos: hombres dispuestos a partirse la cara por aquello que les importa. Como debe ser.
Macho, macho man, como cantaban los Village People.
El olor a macho, ése que hemos comprobado después de cada vez que intentamos hacer ejercicio más de diez minutos seguidos, impregna todo el film, y nos hace sentir parte de un todo. Nunca estuvimos en el ejército yanquee, pero ya sabíamos que era así. La testosterona nos lo decía bien claro, y ella nunca miente.
Frases lapidarias, a voz en grito, nos recuerdan cualquier final de copa vista en la tele del bar guarro al que solemos ir. Somos hombres, que carajo, y aunque nos depilemos el entrecejo por no parecer asilvestrados, al menearnos tenemos ciertos rebotes en el tiro del pantalón que no nos permitirán olvidar nunca la máxima suprema: un macho demuestra siempre que lo es, aunque haya de ducharse para ello. Y lo demás, son disparates que no comparto.
Gran película con enseñanzas de las de antaño, en que había menos gilipolleces y más practicidad que actualmente, que se apreciaban en su justa medida y que nos enseñaron a ser quienes ahora somos: hombres dispuestos a partirse la cara por aquello que les importa. Como debe ser.
Macho, macho man, como cantaban los Village People.