En un Hollywood donde la explosión creativa de sus escritores y guionistas desemboca en un puñado de remakes, secuelas y precuelas rebuscados que constituyen anualmente fuente segura de dinero, un pequeño grupo aboga por la propuesta de buscar historias originales basadas en héroes desconocidos (Véase Hotel Rwanda, Conviction, The Children of Huang Shi) cuyas vidas sean merecedoras al menos de unos metrajes de celuloide. en este caso el sueco-alemán Marc Foster se centra en la vida de Sam Childers un personaje turbio, conflictivo y problemático retratado por el gritón de Butler , la película muestra una marcada dualidad maniqueista en el personaje principal denotando su transformación de psicópata en santo de un día para otro gracias a la iluminación del Jefazo de arriba, pero dejando a un lado los motivos que lo hayan impulsado no se puede negar la empatía generada en relación a su intención, la cual constituye el factor más importante del film, mostrar la vida de un hombre capaz de sacrificar parte de si para tratar de hacer menos miserable la vida de los infantes cuyos horrores de la guerra han visto su vida consumirse , esto lo lograría en gran medida si no fuera por ciertos detalles que le restan ese matiz dramático que se trata de crear y que se ve coartado por escenas de acción que tiene que hacer honor al título de la película claro esta además de un comienzo algo lento que tarda en situar al espectador y le hace creer acerca de las intenciones meramente religiosas en relación al cambio existencial del personaje pero que se verán diluidas a un aspecto mucho más humano en transcurso de la segunda mitad de Machine Gun Preacher.