Film de culto del cine gore de la década de los 80. Dirigida por Stuart Gordon bajo la producción de Brian Yuzna y basada en un relato de H.P. Lovecraft, la película nos muestra los experimentos fallidos de un científico loco con el objetivo de reanimar a los muertos.

A medio camino entre el terror, la casquería y el humor negro, hay que reconocerle que posee una primera hora brillante, con un gran pulso narrativo y las dosis justas de diversión, generando algunas imágenes ya míticas del cine de terror que todos los amantes de este tipo de películas conocerán.

Los actores en general cumplen bastante bien. Destaco especialmente a Jeffrey Combs como el Doctor West que hace un papel descomunal logrando que con un sólo gesto o mirada se nos hiele la sangre. Y a David Gale como su archienemigo final. Tampoco hay que olvidarse de Barbara Crampton, radiante a lo largo de todo el metraje.

Decía antes que la primera hora de la película raya el sobresaliente, y podría haber tenido esa nota si no es por los últimos 20 minutos en donde el tándem Yuzna-Gordon descuidan la historia y nos ofrecen un festival bastante gratuito de sangre y vísceras. Con algunas escenas hilarantes, si, pero otras demasiado ridículas.

No obstante, eso no emborrona la buena sensación que deja el film. Y nos demuestra una vez más, que para hacer buen cine, no hace falta ni grandes presupuestos ni efectos especiales de última generación, sino tan sólo saber narrar y tener un poco de imaginación.