Esto impresiona decirlo.

Quizá así pueda expresar la dimensión de esta pequeña gran película que acabo de tener la suerte de ver. Parece tan poco por su metraje, que tienes que esperar diez minutos tras los créditos finales para acabar de entender todo lo que ha pasado delante de ti y la verdadera dimensión que tiene.

Chaplin consigue retratar un drama muy cruel - el abandono infantil y el destino de esos niños a los que nadie pregunta qué quieren en sus pequeñas vidas - de una manera tan elegante, tan profunda sin recrearse en el drama y, a su vez, tan llena de matices, que es imposible ver esta monstruosidad sin acatar que has visto algo grande. Si luego te paras a pensar que hablamos de una película que roza los cien años, no te queda más que rendirte al genio.

¿Y por qué Chaplin no es lo mejor?. Porque hay momentos en la película, imágenes, situaciones... Tantas cosas, que hace que el genial Charlot no sea el epicentro de esta película. Y si ves "una de Charlot" en la que haya cosas más grandes que el propio personaje entonces, amigo, estás delante de algo muy especial.

Chaplin no es lo mejor, pero es EL mejor. El mejor contador de historias posible, el mejor guionista, músico, y creador. Chaplin y sólo Chaplin podría crear algo tan maravilloso. Y se preguntarán. Entonces. De todo lo que sale en la película. ¿Qué es lo mejor?.

Lo mejor es un pequeño actor de cinco o seis años que eleva la película a obra maestra con cada gesto que hace. La mejor interpretación infantil que he visto en mi vida con la sola ayuda de la mímica. Él y la química que genera con Charlie, es lo más grande que se van a encontrar en esta cinta y en el olimpo del mejor cine de todos los tiempos.

Por supuesto, al pequeño actor le descubrió Chaplin. Porque en esta película puede que no sea lo mejor, pero para mí desde hace tiempo ya es EL MEJOR.

Nota: Sólo añadir que, décadas después, Un envejecido Chaplin voló a EEUU a recoger su Óscar honorífico. Bajó del avión y entre la gente que le estaba esperando se encontraba este niño, ahora un entrañable abuelete. Charlie, bastante mermado físicamente y no en sus mejores condiciones mentales, le reconoció nada más verle. Repito: Habían transcurrido décadas sin haber contacto entre ellos.

Estaban predestinados. Estoy completamente seguro de que ahora, en el cielo, aún siguen de la mano.