Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valladolid
Voto de vircenguetorix:
3
Drama En el año 1604 en Varsovia, el rey lituano-polaco Segismundo III reconoció al monje fugitivo Grigori Otrepiev como el zar Dmitri, hijo de Iván el Terrible. El falso Dmitri se convirtió secretamente al catolicismo, reunió a un ejército y emprendió la marcha sobre Moscú... (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2009
25 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acaba de estrenar hace unos días la última película de Andrzej Wajda, como sabemos un director polaco de mucho prestigio que nos cuenta lo malo que fueron los soviéticos con su pueblo.

Tengo que decir que no tengo una simpatía especial por los polacos. No es por nada, pero siempre les han dado demasiado bombo. Ayudados por lo franceses, luego por los ingleses y finalmente por los norteamericanos. Pero ahí no acaba la cosa, la enormidad de judíos polacos que llegaron a algo en los Estados Unidos hace que estén controlando muchos hilos. Y seguimos sumando, el Vaticano, durante décadas con el Santo Pontífice incluido se preocuparon de vender un país esencial en la construcción de Europa. Y por qué no decirlo, incluso para la URSS, Polonia fue siempre su niña mimada, la libertad que allí se permitió y concesiones de todo tipo no se la dieron a otros países del entorno comunista.

Por último los historiadores, periodistas… han vendido durante años esa imagen de país bucólico y pacífico que tenía que luchar con dos gigantes como los rusos y los alemanes. Todo ello hace que si se fijan aparezcan como los buenos y las víctimas en las películas.

Y hombre no, que los polacos las han preparado como todos, y muy gordas, que se lo digan a los lituanos o a los ucranianos. Lo que pasa es que en la historia contemporánea que es la que la gente medianamente conoce, Polonia pintaba una mierda, y si no eres una potencia poco daño puedes hacer. Le pasa lo mismo a los suecos, que muchos les consideran hipercivilizados y no hace tantos siglos quemaban pueblos enteros en la estepa. A veces una derrota es una victoria.

Vladimir Khotinenko nos cuenta en “1612” la época en que los polacos eran menos simpáticos, y en este caso sería el antepasado de Wajda el que mataba padres en otras familias, esta vez rusas.

La película es tan mala que basta con decir que nuestro Ramón Langa sale por ahí en plan estrellita.
La producción más cara de la historia del cine ruso y a la que a los niños ponen en la escuela para volverles más nacionalistas es una pura basura.

No quiero ser vulgar, pero no me queda otra que recordar lo que dijo Maradona el otro día a los periodistas argentinos después de clasificarse para el mundial: juy tebye sza schyoku. Pues eso.
vircenguetorix
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow