A pesar de que se rodó el año que nace, los efectos que el tiempo causa en el amor nunca se han reflejado mejor que en esta película. Cómo el tiempo, la complacencia y el aburrimiento puede hacer que una pareja que pareciera unida con silicona se vaya separando y perdiendo el interés de convivir.

Contada con constantes flashback Joanna y Mark viajan por la carretera que les enamoró de jóvenes y no tenían un duro y, ahora que tienen una posición muy acomodada, el aburrimiento y la falta de estímulos hace que sus caminos que allí convergieron, diverjan. Los dos lo han aceptado, se mantienen juntos por las apariencias pero saben que no hay futuro y les apena pero a la vez lo ven como inevitable.

El precioso tema de Henry Mancini sobrevuela toda la historia sonando con diferentes tonalidades según todo vaya bien o mal.

Impresionante la belleza de Audrey Hepburn que soporta cualquier vestuario o complemento que le pongan. A resaltar esas enormes gafas de sol blancas que a cualquiera le sentarían fatal pero que parezcan tan diseñadas para ella que ninguna otra mujer se las podría volver a poner. Seguro que están en algún museo a su mayor gloria.