Es una película para verla tranquilo, sin distracciones, y simplemente pararse a disfrutar de las imágenes que ves, todas ellas cuidadas hasta el más mínimo detalle como solía hacer Kubrick. Quizás tiene algunos de los mejores minutos de cine que existen y tiene la capacidad de crear un mundo onírico dentro del mundo real de una forma tan natural que acaba sumergiéndote. Hay mucha gente a la que le parece lenta y confusa... yo tengo la suerte de que me maravilla, y cada vez que la veo es aún mejor. La única pena de esta película, es que fuera la última.