El verdadero atractivo de la película es ir descubriendo las verdaderas intenciones de cada personaje, aunque puedan parecer un poco predecibles al comienzo. Es el típico caso de la familia millonaria que lo tiene todo pero quiere más.

"Hellequín", el muñeco "maldito", parece una adición innecesaria en ese sentido, porque la narración hubiera podido funcionar perfectamente sin él. No se trata de una película paranormal en lo absoluto, diría yo. Más bien depende de la perspectiva. Si se espera encontrar terror, fantasmas, maldiciones y muñecos asesinos, sin duda esta no es la película correcta. Pero si se mira desde la perspectiva de un amigo imaginario en el que la niña, la única testigo inocente de los terribles hechos, se refugia para poder lidiar con todo y expresarlo a su modo, entonces se vuelve más interesante.

Después de todo, Pamela es la única que puede verlo moverse y escucharlo durante toda la narración. El final no parece sino confirmar que Hellequín solo era su modo de lidiar con la tragedia.