Nobody Knows.

El director japonés Hirokazu Koreeda, una vez más con los temas característicos que suele ejecutar en su filmografía, valiéndose de la etiqueta de ser un cineasta de un género social mostrando las debilidades cotidianas en sus personajes nipones así como ahondar en especifico la afectación de los niños en esos dramas que bien asemejan a la realidad que hace hincapié en su razón de existir como largometraje.

Una película que a pesar de su evidente sensibilidad narrativa y visual, ahondando en cuestiones sensibles y con la crudeza de lo sencillo y el ausente tecnicismo en pos de adentrarse en la espontaneidad sobre lo que está contando, no logró conectarme en su totalidad de relato, convirtiéndose en algo bastante pesado de sobrellevar en ciertas etapas, su factor más difícil en este sentido es su larga duración, siendo dos horas y 21 minutos demasiados para mi gusto personal referido a lo que se intentaba llegar.

Punto a favor, la buena y consistente actuación de Yūya Yagira, que es sobre quien recae la responsabilidad de trasladar gran parte de la emotividad fílmica y el que se verá implicado directamente durante la trama que fue confeccionando Koreeda de manera bastante lenta en cuestión de querer reafirmar la cotidianeidad y el evidente declive al que se expone al grupo protagónico de esta película.

Un proyecto del que sin dudas esperaba muchísimo más y me ha dejado gusto a poco, no pudiendo conectar ni hacerme parte emocional de su desarrollo con un espacio temporal que se me hizo demasiado largo, cabiendo en la situación de otorgarle mi beneficio de duda que no haya sido mi momento adecuado para verla, momento oportuno que sospecho se hará rogar para que llegue, ya que no será una cinta que esté ansioso por volver a ver al menos, en el tiempo cercano.

Calificación: 6.5