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España España · Premià de Mar
Voto de Martí:
7
Comedia Jon Martello (Joseph Gordon-Levitt), un joven adicto al sexo en general y al porno en particular, intenta ejercer algún tipo de control sobre sí mismo. Jon tiende a deshumanizarlo todo: su apartamento, su coche, su familia, su iglesia y las mujeres. Sin embargo, hasta los ligues más sofisticados no pueden compararse con el placer que obtiene viendo pornografía en su ordenador. Insatisfecho con su vida, decide cambiar. Gracias a la ... [+]
15 de noviembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor logro del primer trabajo de Joseph Gordon-Levitt como director es que consigue desmarcarse sin problemas de todo tipo de clichés genéricos. Don Jon carece, por ejemplo, de la clásica estructura argumental “chico conoce a chica” propia del género romántico, como también carece de los gags más tópicos de la comedia americana contemporánea. Se trata de un trabajo cuya única intención es plantear una interesante reflexión relacionada con el amor y el sexo, cosa que hace con toda libertad, sin temor a ser políticamente incorrecta ni tampoco a mostrarse sentimental cuando conviene. En este sentido, es de agradecer el descubrir que este es un film posee en realidad bastante más profundidad de lo que sus trailers aparentaban; siendo estos tan solo un pequeño reflejo de la parte introductoria del relato. Una introducción que, después de todo, resulta cuando menos bastante divertida y logra sobradamente su propósito de gancho argumental.

Pero aún esquivando los tópicos mencionados, Gordon-Levitt sabe jugar sus cartas con toda elegancia para hacerse entender de forma clara aunque nunca demasiado obvia. Es muy curioso, por ejemplo, el hecho de que el protagonista (Jon) pertenezca a una humilde familia italoamericana, misteriosamente semejante a las que pertenecían los personajes de los clásicos del cine El cazador (Michel Chimino, 1978), Toro Salvaje (Martin Scorsese, 1980) Dinner (Barry Levinson, 1982) o La ley de la calle (Francis Ford Coppola, 1983). Con este detalle, Gordon-Levitt nos lanza una pista sobre cómo fue la infancia de su protagonista y también sobre cómo es su día a día. Pero a Jon le ha tocado vivir en una época muy distinta a la de las películas mencionadas, una en la que la ascensión de clase (al menos aparentemente) es posible y en donde los ajustes de cuenta mediante peleas callejeras han quedado desfasadas. Ahora la batalla se da en las apariencias, especialmente en la física.

Si en dichas películas el conflicto principal de la juventud era la violencia callejera, normalmente motivada por un descuido paternal, en la que nos ocupa encontramos a una juventud igualmente desatendida pero que ahora cubre sus necesidades mediante la inhibición que les proporciona las nuevas tecnología y también mediante un prefabricado cuidado físico que suple una absoluta despreocupación por la salud mental. El resultado de todo ello es una vida en donde solo es posible entablar relación con imágenes que camuflan el contenido, y en donde el único contacto sincero con uno mismo se da mediante el visionado de pornografía. Se ha llegado a un punto de tan enfermiza introspección, nos dice el director, que ni siquiera el sexo logra sacar a la juventud de su ensimismamiento. Don Jon, de hecho, es el relato de cómo un joven de nuestra época logra romper esta burbuja en donde tan solo cabe uno mismo, sobre cómo aprende a compartir y a participar en el mundo que le rodea. La película de Gordon-Levit es, en definitiva, el aprendizaje de alguien que de pronto descubre no estar solo en el mundo.

Una aprendizaje que pasa por encontrar placer en la vida compartida, por dejar atrás las imágenes idealizadas y aprender a apreciar el fondo antes que la imagen. En un primer momento esta reflexión puede parecer algo tópica, pero afortunadamente Gordon-Levit la plantea no como una odisea de superación que pasa por alcanzar metas determinadas sino como un trabajo de conocimiento propio, un viaje introspectivo que tiene como único fin descubrir cuales son los verdaderos detalles que llenan nuestras vidas. Todo ello queda plasmado en Don John en forma de una modesta exposición de unos hechos, que nunca son relatados con pedantería ni intención de aleccionar, sino como una simple anécdota cotidiana que posee un trasfondo más profundo del que en un primer momento nos podría parecer. Es sorprendente descubrir la facilidad con que el director domina todos sus campos (guión, dirección y actor protagonista) sin hacer gala de ello en ningún momento, tan solo exponiendo su guión, actuando, y dirigiendo con toda naturalidad para que la historia quede plasmada con la más profunda sinceridad.

http://cinemaspotting.net/2013/11/14/don-jon-joseph-gordon-levitt/
Martí
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