¿En cuántas ocasiones nos hemos parado a pensar en cómo la suerte influye en las cosas? ¿Cuántas situaciones de nuestra vida no han estado marcadas por ese azar? ¿Cuántas veces nos preguntamos: ¿qué hubiera pasado si....? y nos damos cuenta de lo mucho que la suerte tuvo (y tiene) que decir en nuestras vidas?

Woody Allen nos cuenta una historia en la que la suerte y el azar cambian el destino de los personajes. Dejen a un lado todo tipo de prejuicios, sean buenos o malos, porque es que el resultado final es lo que ya algunos han tildado, y con toda razón, de obra maestra. Allen refleja, con un gran talento, cómo la desesperación y la angustia se apoderan del protagonista, al verse inmerso en dos relaciones: la que tiene con Chloe (con la que contrae matrimonio), y la que tiene con Nola. Dos relaciones totalmente opuestas: amor por un lado; y pasión por el otro.

El protagonista, llegado un momento, se debate entre la estabilidad que le proporciona la relación con su mujer, y la obsesión que tiene con su amante. En este sentido, Allen nos hace ver cómo la vida está llena de intereses y cómo nos movemos por los mismos. La labor de Allen es crucial en este sentido, y solo él es capaz de contarnos magníficamente cómo es el desarrollo de ambas relaciones con las circunstancias, la frialdad con la que Wilton las lleva, sus mentiras y sus agobios. Y sobre todo, cómo se resuelve finalmente, cuando la angustia supera al protagonista y decide acabar con una de sus relaciones de manera dramática.

Sin duda, la película no dejará indiferente a nadie, mereciendo mención especial el gran final, donde la suerte vuelve a ser determinante, y con el que Allen consigue apuntillar al espectador. Aunque existan ya varios largometrajes de este estilo, la calidad que le imprime el director es merecedora de todo tipo de elogios. Su manera de rodar nos permite llegar a comprender la angustia que invade al protagonista, quien por otra parte, es interpretado por un gran Jonathan Rhys Meyers, quien sin duda, hace su mejor papel hasta la fecha al reflejar perfectamente todas las situaciones por las que pasa el protagonista. Todo un acierto por parte de Allen, quien lo eligió expresamente, incluso llegando a declarar que: “desde que empecé a pensar en él para este papel, ya no pude quitármelo de la cabeza."

Scarlett Johansson interpreta correctamente a Nola Rice, con ese aire de atractiva y de "mujer fatal" con el que seduce a Wilton. El resto de actores cumple su cometido a la perfección, "llegando a superar las expectativas" del propio Allen, tal y como él mismo reconoce; aunque, no obstante, quedan desbordados por el protagonismo absoluto de Rhys-Meyers.

Para cualquier amante del cine, es imprescindible ver esta película. Y es que, hoy en día, se echa en falta verdadero cine, y este, indudablemente, lo es.