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España España · malaga
Voto de alcaide:
7
Comedia. Romance En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium (Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que sacudirán la vida de ambos.
5 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cuestiones más interesantes en el universo de Woody Allen, ha sido siempre plantear si disfrutar de la vida es algo que solo pueden permitirse los soñadores, individuos que esquivan la cultura y el sentido común, ya sea por voluntad propia o por pura ingenuidad, en virtud de una mejor y más productiva relación con lo existencial.

A sus 79 años, al maestro neoyorkino poco se le puede exigir ya, su figura representa el último estandarte del cine inteligente, se ha ganado a pulso bajar el listón cuando le venga en gana, y disfrutar del proceso creativo desde una posición más cómoda, en la que poder expresarse de manera bastante menos comprometida.

El eterno conflicto entre lo racional y lo espiritual, entregado al sentimiento más incontrolado e ilógico de todos, el amor. Allen demuestra que sigue siendo un romántico empedernido, pero quizá, y seguramente hechizado bajo esa realidad, parte de su ingenio parece aletargado, mostrado solo en leves pinceladas, en una forma menos contundente.

Por otra parte, resulta imposible dejar de pensar en lo mal acostumbrado que tiene el realizador a su público, indudablemente falta parte de esa magia a la que alude el título, y que claramente impide al film caer del lado de sus obras más memorables, pero no es menos cierto que la mismo producción, firmada por otro cineasta, habría sido justamente reconocida como una elegante y sofisticada comedia de época.

Buen reparto, en el que la siempre impecable presencia de Colin Firth, revestida del mejor toque de gentleman británico, va perfectamente acompañada de la deliciosa actriz Emma Stone, el mayor hallazgo de una cinta que completa su apartado interpretativo con secundarios de la talla de Marcia Gay Harden o Jackie Weaver.

Finalmente, esta serenata nocturna en la costa francesa se manifiesta, por desgracia, algo lejana a aquella memorable medianoche en la capital parisina, quedando casi exclusivamente reservada a los verdaderos fanáticos de tan genial autor, esos que, como un servidor, veneran su trabajo por encima de cualquier otra consideración, incluso cuando el resultado no está a la altura de lo esperado.
alcaide
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